Como dicen los ingleses, "Good riddance to bad rubbish".Fracasa el 'vending' de golosinas en el 'bus' de Barcelona
TMB decide retirar la máquina de chocolatinas que había instalado en el interior de uno de sus vehículos después de seis meses de pruebas
Experimento fallido. Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) ha decidido retirar la máquina expendedora de golosinas que desde hace seis meses circulaba en ruta en el interior de uno de los autobuses. La empresa de vending encargada de la gestión, Wrigley, desinstaló este jueves el aparato, según han confirmado a LaVanguardia.com la propia empresa y TMB que por el momento no se plantean más experiencias por el estilo en los autobuses de Barcelona.
El vending en ruta en los autobuses de Barcelona empezó a funcionar en periodo de pruebas en septiembre pasado en un vehículo de la línea 7 de dentro de una iniciativa pionera en España, tal como avanzó LaVanguardia.com. La idea de TMB era probar durante medio año el servicio –que consistía en una máquina de expendedora instalada en el interior del vehículo que ofrecía chocolatinas y gominolas a un euro- para valorar “futuras acciones”. Seis meses después y tras haber cumplido con el “compromiso” establecido con Wrigley, “la dirección” ha decidido que la experiencia no tenga “continuidad” en el bus de Barcelona según han confirmado a este medio fuentes de TMB y también la empresa encargada de la gestión, Wrigley, que el pasado jueves procedió a desmontar la máquina del interior del vehículo.
Sin más pruebas a la vista
TMB recalca que se ha cumplido el compromiso de seis meses pactado con la empresa encargada de gestionar la máquina pero que en estos momentos no se plantean ninguna otra experiencia de vending en el autobús de Barcelona, algo que sí está totalmente implantado en el suburbano de la ciudad.
La iniciativa se enmarcaba dentro de las acciones que el transporte público de la ciudad está llevando a cabo para conseguir “ingresos complementarios”. La máquina estaba situada en la zona reservada para personas con movilidad reducida y su instalación fue recibida por sorpresa y también con cierta indignación por parte de los usuarios del transporte público, que tacharon la medida de “incongruente” porque permitía comprar chicles cuando no es posible adquirir tarjetas dentro del autobús.