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ENTREVISTA · MAGDALENA ÁLVAREZ
"Si tuviera dudas, no habría túnel por la Sagrada Família"
La ministra de Fomento sonríe de satisfacción al cumplirse el primer año del AVE Barcelona-Madrid. Sólo tiene un pequeño lamento, no haber asistido a la inauguración de la línea. "El ambiente no estaba para ir"
Celeste López / Francesc Peirón | Madrid | 20/02/2009 | Actualizada a las 03:31h |
Magdalena Álvarez recibe a La Vanguardia con una sonrisa de satisfacción en su despacho del Ministerio de Fomento, que ocupa desde hace casi cinco años. Lo que más llama la atención es la cantidad de fotografías con numerosas personalidades, desde el rey Juan Carlos hasta el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero - "esta es muy bonita", dice señalando una imagen en la que se revela gran complicidad entre ambos-,pasando por Felipe González. No faltan las imágenes con casco o regateando en el mar. Pero ella subraya la foto en que está con un jugador del Unicaja - "yo soy de baloncesto"-,aunque también hay otra con Zidane o la del viaje a Áfricacon Ingenieros sin Fronteras. "Si se fijan, salto como los masais", que la rodean. "Las fotos son lo único realmente mío que hay aquí". Luego se va hacia los mapas sobre los que la ministra y su equipo han plasmado un nuevo modelo de comunicaciones: la conexión de las comunidades periféricas, rompiendo la política radial de Madrid.
Un año de AVE, ¿le dolió no ir a Barcelona a inaugurarlo?
Lo sentí más por los barceloneses y por Catalunya que por mí misma. Creo que era un momento muy importante y que debía dejar su impronta. Yo lo sentí, pero no estaba el ambiente para ir. Sé que fui yo la que lo ha llevado, porque lo que nos encontramos cuando llegamos al Gobierno era un desastre auténtico.
Le parecerá increíble celebrar este aniversario después de todo lo pasado...
Esta línea no es tanto cómo ha ido desde su puesta en marcha, sino cómo llegamos al 20 de febrero del 2008. ¡Es impresionante cómo solucionamos todas las cuestiones que había pendientes! Al asumir el Gobierno no había ningún tren que estuviera preparado para este servicio; de hecho, se utilizaban los de Sevilla.
Y a poca velocidad...
Había un problema de seguridad gravísimo. No funcionaba el sistema que permitía la alta velocidad. Además, hemos ido incorporando nuevas medidas que nadie se había planteado, como la variante que evita Madrid y conecta Andalucía y Castilla-La Mancha con Aragón y Catalunya.
Parecen muy lejanos los socavones de Bellvitge...
Tenía total confianza en que la línea reuniría los requisitos y que iba a salir todo bien. Cuando se quiere compatibilizar todo en un corredor - alta velocidad, cercanías, mantener la circulación ferroviaria-,unas veces las cosas salen bien y otras no; pero tengo la satisfacción de haber solucionado esa situación y de haber prestado ese servicio a Catalunya.
Ahora tiene delante otro reto, el del túnel por el centro de Barcelona, ya en obras...
Tenemos que ser coherentes con los planteamientos. Yo les ofrecí a Generalitat y Ayuntamiento consensuar el trazado, y ellos me respondieron exactamente como está planteado. Si decimos que las infraestructuras hay que consensuarlas con la Generalitat y el Ayuntamiento, pues este es un trazado que no sólo está acordado, sino que es un trazado pedido por ellos. Sería inviable ir casa por casa preguntando.
¿Teme por lo que pueda pasar con la Sagrada Família?
Si tuviera una duda de que corriera algún riesgo, nunca habría hecho el túnel. Esa duda ha sido respondida por los técnicos y las empresas que tienen que realizar la
obra. Lo que hemos hecho es ponerlo en manos de los mejores y poner todos los medios. Se está haciendo un esfuerzo inversor sin precedentes para solucionar
todo aquello que va surgiendo. Se están haciendo muchas cosas adicionales, desde el diagnóstico de todas las casas hasta afianzar la cimentación de la Sagrada Familia, independientemente del pasoono de la alta velocidad. Estamos
tomando todas las medidas para que no ocurra nada.
Si hablamos de futuro, ¿se reducirá el tiempo de viaje?
En eso estamos trabajando.
Pero el tren de alta velocidad llega muchas veces minutos antes de lo previsto...
Sí, pero en este momento no podemos bajar el tiempo de viaje y asumir ese compromiso de puntualidad. No lo haremos hasta que tengamos la certeza de que
eso no nos llevará a la quiebra del proyecto. Hasta que nos den resultados
las pruebas que consideramos suficientes para ponerlo en uso comercial, no lo haremos. La gente, conociendo lo que hemos hecho, debe tener confianza
en este trabajo.
¿Alguna idea de para cuándo sería esto posible?
Hay una especie de cultura de ansiedad por conocer el final de las cosas. No podemos decir cuándo, porque estamos trabajando. Dar fechas, lo único que hace es comprometer al proyecto. Desde lo de Barcelona no doy fechas.
Pero usted no dio la fecha de la inauguración del AVE, la dio el presidente Zapatero.
La daría él porque yo se lo diría, y se lo diría porque lo pregunté a alguien (risas)... Se creó un problema inexistente porque sólo hubo dos meses de retraso en la inauguración de esta obra. Entonces estábamos poniendo en marcha
cinco corredores ferroviarios, más de 700 kilómetros de alta velocidad, y lo único que se oía cuando lo estábamos terminando era que esto era la debacle. Y no,
era un problema que surge en las grandes obras.
Pero después de la secuencia de incidencias registradas en esta línea era normal que saltaran, de nuevo, las alarmas...
Es normal que desde fuera la gente se asuste cuando vea una complicación, pero desde dentro debemos tener la serenidad y la confianza en nuestras empresas, en nuestros trabajadores y en nuestros equipos para solucionar los problemas. Y aguantar el tirón hasta que se solucionen.
¿Se alcanzará los 350 kilómetros por hora a los que se comprometió su antecesor, Francisco Álvarez-Cascos?
Y lo dejó en 200. El objetivo de reducir tiempo de viaje está ahí.
El AVE es un éxito tecnológico y de viajeros...
Se ha multiplicado por dos el número de pasajeros de todo el corredor y ha habido 2,3 millones de usuarios del servicio directo Madrid-Barcelona, que es multiplicar por tres lo de antes.
Todo son elogios respecto al AVE, todo menos la queja por el coste de los billetes. De hecho, esto ha llevado a la gente con menos recursos a dirigirse al avión, mientras que los ejecutivos utilizan el tren.
(Entre risas) ¡Mira, eso está muy bien, que los mochileros se monten en el avión, cuando siempre iban en tren! Hemos conseguido reequilibrar los transportes... Bromas aparte, no es cierto. El precio del puente aéreo viene a ser de unos 200 euros y la tarifa ordinaria de AVE son 110. Me extraña que los mochileros compren la de 200 euros.
¿No hay un poco de trampa en esa respuesta?
En absoluto. Otra cuestión es la oferta y la forma de la oferta. Creo que es favorable que haya un sistema general de descuentos en lugar de una subasta.
¿Eso implica que no habrá una reducción del precio de los billetes o alguna otra fórmula de ofertas?
No tiramos la toalla ante nada. Estamos trabajando continuamente, primero aplicamos una cosa, y si vemos que no funciona, pues aplicamos otra sin ningún tipo de dificultad para asumir que puede haber fórmulas mejores.
¿Qué fórmulas?
Se estudia
un sistema de venta de billetes de última hora en función de la ocupación del tren.
¿Es una forma de afrontar la crisis, que previsiblemente incidirá en el descenso de viajeros?
No vamos a poner tarifas que anulen las posibilidades de desarrollo del transporte por carretera o del transporte aéreo. Hay que equilibrar los modos de transporte, de diversificar, de dar mayor seguridad, mayor sostenibilidad, pero eso no quita que yo no sea responsable de todos los modos de transporte y conozca las dificultades que tienen unos y otros. He de ayudar a todos, además de vigilar de que no se hagan la competencia desleal.
Pero el ciudadano quiere cuanto más barato, mejor.
Sí, pero yo tengo que pensar qué significa eso para los transportistas, para las compañías aéreas, qué significa que un modo de transporte anule a otro, porque si no, ya no se consigue el equilibrio ni la diversificación, ni el abanico de ofertas ni la competencia entre ellos. Avanzamos en términos de igualdad con una idea clara, que tengamos un sistema de transporte equilibrado y sostenible. No puedo fomentar que un sistema se coma a otro.
Es indiscutible que con la llegada del AVE el avión ha perdido terreno en este corredor.
Se están reequilibrando los modos. Antes de que el AVE entrara en funcionamiento, la cuota de pasajeros era un 12% para el tren y un 88% para el avión. Ahora es un 48% frente a un 52%. ¿Se han perdido movimientos de viajeros? No, se ha aumentado un 2% entre el avión y el ferrocarril. Hay una mayor movilidad. Esto no quiere decir que a mí no me parezca bien que haya competencia entre unos y otros y ofrezcan mejores precios. Pero también hay que dejar claro que no llegará el momento en que se viaje a coste cero. Además, a medida que se gane en calidad, es natural que aumenten los precios. Y no hablo del tren, sino de cualquier medio.