Notícia de
La Vanguardia:
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Los líderes mantienen una tensa charla telefónica
Montilla exige a Zapatero: "Esto no puede seguir así"
Enojo de la Generalitat por la gestión de la crisis ferroviaria | La Administración catalana exige mayor coordinación para poder superar el caos | La ministra de Fomento ve a los socialistas catalanes culpables de su ruina política
Jordi Barbeta / Cristina Sen | Barcelona/ Madrid | 26/10/2007 | Actualizada a las 03:31h
La crisis abierta en las relaciones entre el Gobierno central y la Generalitat a consecuencia del caos ferroviario ha alcanzado su máximo nivel y ha llegado a implicar al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y al president de la Generalitat, José Montilla.
La falta de coordinación entre el Ministerio de Fomento y el Govern ha llegado a tal punto que el president Montilla tuvo que transmitir personalmente al presidente Zapatero el enojo de la Generalitat por lo mal que se está gestionando la crisis. "Esto no puede seguir así", aseguran que dijo el president Montilla fuentes conocedoras de una conversación telefónica que ambos presidentes mantuvieron el miércoles. Según fuentes socialistas no ha sido la única.
La estrategia del president Montilla pasa por armarse de razones e intervenir en la toma de decisiones de acuerdo con los intereses de los usuarios catalanes, sin interferencias electoralistas o de cualquier otro tipo. En el Govern de la Generalitat hace ya tiempo que creen que la ministra de Fomento debería haber dimitido, pero no piensan sumarse al corifeo contra Magdalena Álvarez.
Creen que ahora lo más urgente es garantizar la seguridad, facilitar la movilidad y restablecer el servicio público. En su opinión, forzar ahora la dimisión de la ministra no contribuiría a acelerar ninguno de los procesos sino todo lo contrario. "Sería un gesto sólo de cara a la galería sin consecuencias prácticas, y al president lo único que le interesa es resolver problemas, no dramatizarlos", señala su hombre de confianza en el PSC, José Zaragoza.
Con todo, las relaciones entre el Gobierno central y la Generalitat han llegado a un punto de máxima tensión. No se sabe quién está más irritado con quién, porque los reproches son mutuos. Los responsables de la Administración catalana se muestran muy dolidos por el hecho de que el Ministerio de Fomento actúe sin consultar y a veces sin conocimiento exacto del terreno ni de las repercusiones de lo que decide.
Un ejemplo es el anuncio de la gratuidad de los billetes. El Gobierno actuó por su cuenta sin reparar en la dificultad que entraña aplicar la medida, habida cuenta el sistema de tarifas integradas que funcionan en el área metropolitana. El Govern se enteró de la decisión por los teletipos, sin apenas tiempo de evitar discriminaciones entre usuarios afectados.
Desde el punto de vista político, los socialistas catalanes consideran que están asumiendo un esfuerzo y un sacrificio político enorme teniendo que hacer frente a la ofensiva de la oposición y de sus propios socios del tripartito que han pedido unánimemente la dimisión de la ministra.
Sin embargo, desde Madrid la perspectiva es muy distinta. Soportan muy mal el alud de críticas y consideran que el PSC no se esfuerza lo suficiente en la defensa del Gobierno. Ha habido acusaciones de insolidaridad hacia el PSC y le han reprochado que haya dilapidado el beneficio político que entrañaba para los socialistas el pacto presupuestario que preveía inversiones del Estado para infraestructuras en Catalunya por valor de 4.700 millones de euros. "Nunca tenéis bastante", es una frase recurrente de la esfera del PSOE a la del PSC.
El calendario electoral aprieta por ambas partes. Los socialistas catalanes consideran que la llegada del AVE a Barcelona es ahora un asunto irrelevante que sólo afecta a la carrera política de una ministra que sólo les ha traído disgustos y que lo que está haciendo mella en la población es el desastre de cercanías, precisamente en un feudo electoral del PSC, pero también en el único lugar de Catalunya donde la segunda fuerza es precisamente el PP.
En Madrid, en cambio, señalan que "las elecciones que vienen son las nuestras" y por lo tanto consideran que la estrategia la deben marcar ellos. No sólo eso. En círculos ministeriales se comenta que la ministra de Fomento observa con desdén a sus compañeros catalanes a quienes hace responsables de arruinar su carrera política.
Ciertamente, los mensajes desde la plaza Sant Jaume están haciendo mella en el Gobierno. El titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no tuvo inconveniente en hacer autocrítica. "Al Gobierno le ha faltado un poco de pedagogía... a la gente hay que darle una explicación: hay una obra, que es la del AVE, que está perturbando las cercanías y esto no se ha explicado el número suficiente de veces".
Por su parte, el presidente Zapatero se guarda todas sus bazas políticas para el próximo miércoles cuando comparezca a dar explicaciones, sobre todo a los ciudadanos catalanes, sobre el fiasco del AVE. Como él mismo ya se ha ocupado en señalar, Zapatero asume que la responsabilidad de lo sucedido compete al Gobierno y a su presidente, pero a partir de aquí se abre la incógnita sobre la posibilidad de que decida la dimisión de la ministra de Fomento.
Las fuentes consultadas en el Ejecutivo no aclaran en estos momentos la incógnita ya que hay pareceres diferentes. "¿Qué se gana a estas alturas de legislatura con una dimisión, qué arreglaría?", comentan algunos fontaneros monclovitas. Pero ante esta pregunta, fuentes del entorno del presidente señalan que no se puede avanzar a día de hoy ni que vaya a ser que sí, ni que vaya a ser que no. Y enfatizan que la decisión que se tome no tendrá nada que ver con las presiones externas pidiendo la cabeza de Álvarez.
El Gobierno considera que tras resolver el problema de los ciudadanos afectados por los cortes de cercanías habrá que realizar una tarea explicativa que hasta el momento ha brillado por su ausencia. En este sentido, se recuerda que no se ha planteado a los catalanes que la obra del AVE en Barcelona es la más difícil de Europa, porque el tren entra a una gran ciudad soterrado.