La UE, contra les normes de control dels aeroports
Posted: Monday 26/05/2008 10:22
Al EPC:
La UE da voz a un catalán víctima de los polémicos controles de aeropuerto
1. • La norma vigente dificulta a David Raya viajar con la maleta de medicinas de la que no puede separarse
2. • Bruselas analiza el caso pocos días antes de que la justicia decida si declara nulo el reglamento
MAYKA NAVARRO / L'HOSPITALET
MANUEL VILASERÓ / MADRID
La Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo, en una decisión muy significativa, ha invitado a comparecer mañana en Bruselas a un vecino de L'Hospitalet, David Raya, que, como otros ciudadanos europeos, ha emprendido una cruzada personal contra las absurdas (en opinión de muchos) normas de seguridad de los aeropuertos. Tendrá solo cinco minutos para exponer su caso, pero lo importante no es el tiempo, sino el contexto. Los controles que actualmente pasan los pasajeros en los aeropuertos están en una suerte de antesala del limbo, ya que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea puede declararlos en breve inexistentes porque fueron considerados ultrasecretos. La invitación cursada a Raya es, según intuyen los eurodiputados detractores de las normas de seguridad, todo un indicio de que algo por fin se mueve.
Raya sufre fibrosis quística y diabetes y necesita viajar siempre con una maleta llena de medicamentos, algo que, al parecer, no entra en la cabeza de algunos vigilantes privados. Estos interpretan en los aeropuertos un reglamento de seguridad del que, en realidad, desconocen el contenido. Aunque parezca invero-
símil, este es secreto, tanto para los pasajeros como para los vigilantes privados y los policías que deben aplicarlo. El margen para la arbitrariedad es infinito.
INFORME MÉDICO
Raya se asomó al abismo en noviembre del 2006, pocas días después de la entrada en vigor del reglamento. Acompañado de su novia, viajó de vacaciones a Ber-
lín. Llevaba consigo un documento, traducido al inglés y al alemán, en el que se detallaba su enfermedad. Y se daba cuenta de la necesidad de viajar con los medicamentos que transporta. Cada día, ingiere medio centenar de diferentes pastillas. Además de la insulina y los diferentes aerosoles y medicamentos de nombres complicadísimos de reproducir. Todo un arsenal médico que siempre va con él, porque de ese arsenal depende que siga vivo.
A la ida, en El Prat, no tuvo nin-
gún problema, fue al volver, en el ae-
ropuerto alemán de Tempelhof, cuando los vigilantes le advirtieron de que debía facturar la maleta de medicamentos, porque algunos eran líquidos y la norma impedía que viajaran en cabina. "Me puse muy nervioso. La escena se alargó casi una hora, hasta que entendieron, por mi ansiedad, que no me desprendería de la medicación", relata.
"A la vista de cientos de personas, tuve que soportar el registro de mis medicinas y responder preguntas acerca de todas aquellas pastillas, aerosoles, insulinas, jeringuillas y sobre un compresor de aire que sirve para la medicación vaporizada", recuerda aún con espanto.
La maleta no la puede facturar, no solo porque necesita algunos de los medicamentos durante el vuelo, sino porque no puede arriesgarse a un extravío. Le va en ello la vida y los 5.000 euros que cuesta su contenido.
Al llegar a su casa empezó su particular batalla, a la que dedica todo el tiempo libre del que dispone. Así como otros ciudadanos que han tenido problemas en los controles de seguridad de los aeropuertos han tomado vías judiciales o administrativas, Raya decidió focalizar su queja en la Unión Europea.
"El reglamento es del Parlamento Europeo, y por eso me centré en ellos". Primero se carteó con el Defensor del Pueblo de la Unión Europea, quien amablemente le indicó por carta que su queja debía tramitarse en la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Y allí escribió. El pasado agosto, el presidente de esta comisión, Macin Libick, contestó a su misiva contándole que aceptaban la queja e iniciaban su trámite, y que ya le convocarían para exponer sus motivos.
Sabe que su empeño puede servir para cambiar una norma que amarga los viajes de decenas de miles de ciudadanos que a diario transitan por los aeropuertos europeos. "No puede ser que en nombre de una presunta seguridad se juegue con las libertades de la gente", advierte Raya.
Estos días prepara en su casa el discurso. Solo tiene cinco minutos y sabe que necesita aprovecharlos. Espera no estar nervioso. Aunque la idea de volver a subirse a un avión y pasar un control de seguridad le genera más ansiedad que la intervención ante los eurodiputados.
Pero no piensa ceder un paso. Asegura que aquel día en Alemania se sintió humillado y pisoteado, y no piensa volver a pasar por la experiencia de tener que explicar a un uniformado por qué necesita inyectarse insulina para seguir vivo. Y advierte de que no cesará. Que si por casualidad la Comisión de Peticiones entiende que su queja no merece una reforma del reglamento, acudirá, nuevamente, al Defensor del Pueblo para que le vuelva a indicar dónde recurrir.
"Lo conseguiré", añade.
La UE da voz a un catalán víctima de los polémicos controles de aeropuerto
1. • La norma vigente dificulta a David Raya viajar con la maleta de medicinas de la que no puede separarse
2. • Bruselas analiza el caso pocos días antes de que la justicia decida si declara nulo el reglamento
MAYKA NAVARRO / L'HOSPITALET
MANUEL VILASERÓ / MADRID
La Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo, en una decisión muy significativa, ha invitado a comparecer mañana en Bruselas a un vecino de L'Hospitalet, David Raya, que, como otros ciudadanos europeos, ha emprendido una cruzada personal contra las absurdas (en opinión de muchos) normas de seguridad de los aeropuertos. Tendrá solo cinco minutos para exponer su caso, pero lo importante no es el tiempo, sino el contexto. Los controles que actualmente pasan los pasajeros en los aeropuertos están en una suerte de antesala del limbo, ya que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea puede declararlos en breve inexistentes porque fueron considerados ultrasecretos. La invitación cursada a Raya es, según intuyen los eurodiputados detractores de las normas de seguridad, todo un indicio de que algo por fin se mueve.
Raya sufre fibrosis quística y diabetes y necesita viajar siempre con una maleta llena de medicamentos, algo que, al parecer, no entra en la cabeza de algunos vigilantes privados. Estos interpretan en los aeropuertos un reglamento de seguridad del que, en realidad, desconocen el contenido. Aunque parezca invero-
símil, este es secreto, tanto para los pasajeros como para los vigilantes privados y los policías que deben aplicarlo. El margen para la arbitrariedad es infinito.
INFORME MÉDICO
Raya se asomó al abismo en noviembre del 2006, pocas días después de la entrada en vigor del reglamento. Acompañado de su novia, viajó de vacaciones a Ber-
lín. Llevaba consigo un documento, traducido al inglés y al alemán, en el que se detallaba su enfermedad. Y se daba cuenta de la necesidad de viajar con los medicamentos que transporta. Cada día, ingiere medio centenar de diferentes pastillas. Además de la insulina y los diferentes aerosoles y medicamentos de nombres complicadísimos de reproducir. Todo un arsenal médico que siempre va con él, porque de ese arsenal depende que siga vivo.
A la ida, en El Prat, no tuvo nin-
gún problema, fue al volver, en el ae-
ropuerto alemán de Tempelhof, cuando los vigilantes le advirtieron de que debía facturar la maleta de medicamentos, porque algunos eran líquidos y la norma impedía que viajaran en cabina. "Me puse muy nervioso. La escena se alargó casi una hora, hasta que entendieron, por mi ansiedad, que no me desprendería de la medicación", relata.
"A la vista de cientos de personas, tuve que soportar el registro de mis medicinas y responder preguntas acerca de todas aquellas pastillas, aerosoles, insulinas, jeringuillas y sobre un compresor de aire que sirve para la medicación vaporizada", recuerda aún con espanto.
La maleta no la puede facturar, no solo porque necesita algunos de los medicamentos durante el vuelo, sino porque no puede arriesgarse a un extravío. Le va en ello la vida y los 5.000 euros que cuesta su contenido.
Al llegar a su casa empezó su particular batalla, a la que dedica todo el tiempo libre del que dispone. Así como otros ciudadanos que han tenido problemas en los controles de seguridad de los aeropuertos han tomado vías judiciales o administrativas, Raya decidió focalizar su queja en la Unión Europea.
"El reglamento es del Parlamento Europeo, y por eso me centré en ellos". Primero se carteó con el Defensor del Pueblo de la Unión Europea, quien amablemente le indicó por carta que su queja debía tramitarse en la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Y allí escribió. El pasado agosto, el presidente de esta comisión, Macin Libick, contestó a su misiva contándole que aceptaban la queja e iniciaban su trámite, y que ya le convocarían para exponer sus motivos.
Sabe que su empeño puede servir para cambiar una norma que amarga los viajes de decenas de miles de ciudadanos que a diario transitan por los aeropuertos europeos. "No puede ser que en nombre de una presunta seguridad se juegue con las libertades de la gente", advierte Raya.
Estos días prepara en su casa el discurso. Solo tiene cinco minutos y sabe que necesita aprovecharlos. Espera no estar nervioso. Aunque la idea de volver a subirse a un avión y pasar un control de seguridad le genera más ansiedad que la intervención ante los eurodiputados.
Pero no piensa ceder un paso. Asegura que aquel día en Alemania se sintió humillado y pisoteado, y no piensa volver a pasar por la experiencia de tener que explicar a un uniformado por qué necesita inyectarse insulina para seguir vivo. Y advierte de que no cesará. Que si por casualidad la Comisión de Peticiones entiende que su queja no merece una reforma del reglamento, acudirá, nuevamente, al Defensor del Pueblo para que le vuelva a indicar dónde recurrir.
"Lo conseguiré", añade.