22/5/2008 LA RED SUBURBANA DE BCN|UNA MEJORA PENDIENTE
Inaccesible Arc de Triomf
• La transitada estación de metro y de Renfe carece incluso de escaleras mecánicas para salir a la calle
• Las obras de adaptación no acabarán hasta finales del 2009
Incomodidades Una escena habitual en una de las bocas de la estación de Arc de Triomf, el pasado jueves. Foto: JOAN CORTADELLAS MÁS INFORMACIÓN
El entorno de Rosselló-Balmes exige un acelerón de las obras en la calle
ELENA LEDDA
BARCELONA
La red de transporte público fue uno de los puntales del Plan de Accesibilidad 1995-2006, un plazo durante el cual el ayuntamiento aseguró que todas las estaciones del metro serían accesibles para personas con movilidad reducida. Demasiado optimista. Dos años más tarde, las complejas obras de mejora, no obstante, siguen su curso en varias estaciones. Pero algunas continúan siendo un infierno para los usuarios con más dificultades. Como la de Arc de Triomf.
José Muñoz, barcelonés de 84 años, coge el metro todos los días en Sants, donde vive, para dirigirse a Arc de Triomf. Va a visitar a su mujer, María, que vive en la residencia para ancianos Fort Pienc, al lado de la estación del Nord. Baja el andén del metro y sube los 89 escalones que le llevan a la salida de la calle de Nàpols, bien agarrado a la barandilla. Y despacito. "Tengo un poco de miedo porque ya me caí unas cuantas veces por las escaleras. Menos mal que no me hice daño y siempre hubo quien me ayudó. Tuve suerte", cuenta.
En la céntrica estación de Arc de Triomf hay una media de 70 escalones altos, distribuidos por los pasillos, para subir y bajar de las cuatro salidas y entradas al metro de la línea 1 y a Renfe. No hay ascensores. Si se excluye el último trozo --solo para subir-- a la salida a la calle de Ribes, tampoco hay ni escaleras mecánicas.
La plaza entre la calle de Ribes y la avenida de Vilanova, a la altura de la estación del Nord, está ahora en obras. Un cartel amarillo de la Generalitat informa de que el objetivo es la creación de un nuevo vestíbulo de conexión entre la línea 1 del metro y la estación de Renfe, que se prevé acabará en diciembre del 2009. Será entonces cuando haya ascensores y escaleras mecánicas.
Desconfianza
"¿Ves esto?", pregunta indicando hacia las obras Emilia García, vecina de la calle de Buenaventura Muñoz, de 83 años. "Esto lleva así ya un par de meses", cuenta. "Dicen que van a acabar en un año o así pero ya veras tú. Te lo digo por experiencia". A García le gusta ir por la plaza de Catalunya y casi siempre coge el metro. "Bajar las escaleras es lo más peligroso", asegura. Por eso, cuando coge el metro prefiere la salida del paseo de Sant Joan donde, además de un pasillo con puestos de ventas de perritos calientes y un fotomatón, hay menos escaleras.
Erica Bekiezi, argentina de 27 años, nada más subir el último escalón hacia la salida de Nàpols deja caer su maleta de 20 kilos al suelo y mira con un suspiro de cansancio a su alrededor. A su derecha priman el parque de la Estació del Nord, la sede de la Guardia Urbana y la estación de autobuses. Delante suyo también hay una parada de taxi y una de Bicing. Un poco más lejos hay paradas de buses. El ir y venir de turistas y maletas que entran y salen de esa boca solo para cuando el suburbano está cerrado.
Bekiezi tiene que coger el autobús para Valencia en la estación del Nord. Vuelve a la ciudad donde vive tras su primera estancia en Barcelona. "Una ciudad hermosa", dice de entrada. "Me extraña que todavía no haya ascensor ni conexión entre buses y metro, incluso en Valencia y en Mallorca los he visto. Pero como vengo de Argentina nada me sorprende mucho. En una semana lo he tenido que hacer dos veces, no es nada. Pero el que viva por aquí, ¿cómo lo hace?", pregunta.
Carla Torres, una joven de 17 años de Cornellà, tiene dos buenas razones para estar contenta. La primera es que hace dos meses nació su hija Mireia y la segunda es que esta vez no ha tenido que ir sola con la niña a la sede del juzgado del paseo de Lluís Companys, donde últimamente va a menudo por asuntos personales. Han llegado en Renfe. Para subir el carro desde la estación van una por delante y la otra por detrás, con Mireia dentro. "Cuando voy sola cojo el carro y lo subo al revés", explica enseñando cómo lo hace. "Me pongo de espaldas y subo, pero, claro, no veo nada. Y yo aún, ¿pero y los discapacitados?"
Tras un accidente de coche, Carol McNeill, escocesa de 60 años, tiene problemas en ambas piernas y va con su moderna silla de ruedas. Intenta que esto no la limite y por cuarta vez ha elegido la capital catalana para ir de viaje con su marido. Y tomarse un té delante del Arc de Triomf. "Yo el metro de Barcelona no sé ni cómo es por dentro. Como no sabemos qué estaciones tienen ascensor solo cogemos taxis para no encontrarnos sorpresas al salir".
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