Los dueños de la Garrafeta piden ayuda para reparar otra locomotora
La construyeron en 1955 Estados Unidos y fue una de las primeras locomotoras diésel que circuló en España. Hasta 2007 fue parte del parque ferroviario de la constructora COMSA, pero ahora espera en un hangar de la estación de mercancías de Lleida a que la Associació per la Recuperació del Material Ferroviari (ARMF) la convierta en parte de alguno de sus trenes turísticos, algo que ya ha hecho con otras máquinas, pero en este caso el proceso será distinto, porque esta vez la ARMF ha pedido ayuda a todos los aficionados al ferrocarril para que colaboren en la recuperación de la Alco 1603, que así se llama, con dinero o, si lo prefieren, echando una mano en los trabajos.
La máquina es la primera de un dúo de locomotoras idénticas que la ARMF ha adquirido a COMSA para completar su parque móvil y exhibirla en el museo que piensan habilitar en sus talleres: “Ahora mismo tenemos una locomotora de vapor de maniobras de 1885 que está pendiente de rehabilitar, dos Beyer Garratt de vapor (las Garrafetas), una máquina eléctrica de 1927, dos locomotoras diesel Babcock-Wilcox de 1968 cedidas por Renfe y, ahora, la primera de las Alco, porque la segunda no llegará hasta la primavera”, explica Óscar Urgelés, portavoz de la ARMF. La máquina, explica, completará el discurso expositivo del futuro museo: “Estas máquinas son importantes porque fueron las primeras diésel que circularon en España. Llegaron en los 50 como parte de la ayuda que brindó Estados Unidos al régimen de Franco y aceleraron la jubilación de las locomotoras de vapor. Por eso son una parte fundamental de la historia ferroviaria española”.
La restauración de la Alco 1603 durará un año y obligará, entre otras cosas, a repasar toda la carrocería de la máquina y repintarla para que recupere su aspecto original, porque la máquina ahora luce ahora los colores corporativos de COMSA, que la utilizaba en las obras de tendido de las líneas de alta velocidad. Quien decida colaborar con trabajo en la rehabilitación deberá comprometerse a acudir al menos un sábado al mes a los hangares de que la ARMF dispone en la estación de mercancías del Pla de Vilanoveta. Para los que prefieran no mancharse de grasa, la entidad ha dispuesto una cuenta bancaria en la que pueden realizar aportaciones. La idea, explica la ARMF, “es lograr que la gente vea por sí misma lo que hacemos y entienda que recuperar el patrimonio ferroviario es también una manera de recuperar la memoria histórica”.
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