La pesadilla de los trenes de cercanías en la Comunidad Valenciana.
Los usuarios trasladan su hartazgo por las anulaciones y retrasos, lo que empuja a muchos a volver al coche. Renfe se defiende y matiza que las incidencias “son mínimas”
Vicent Llopis comenta que hace seis meses dejó de usar el tren de cercanías que le llevaba cada día desde Castellón a València para poder asistir a las clases en la Universitat de València. “Prefiero el bla bla car”, apunta indignado, mientras comenta lo que define como “tortura” de cancelaciones, retrasos y “la sensación de inseguridad, de no poder planificar los días en razón de tu trabajo; el miedo a llegar tarde o, directamente no llegar”. Como él, más de diez millones de valencianos han dejado de usar los trenes de las diferentes redes de cercanías en la última década, un dato escalofriante que abunda en un problema: casi todos ellos han optado por volver a usar vehículos de motor de combustión, justo la tendencia contraria que se espera de una sociedad moderna preocupada por el medio ambiente.
Este es el enunciado, que por sí sólo ofrece una primera fotografía de tonos graves,pero la realidad es mucho más compleja. Que la Comunidad Valenciana tiene un problema con las cercanías no es un caso exclusivo, también los hay en Catalunya o la Comunidad de Madrid; pero en el caso de esta autonomía se apuntan dos datos que endurecen el problema: la infrainversión y la infradotación, especialmente en personal cualificado como maquinistas, aspecto este muy criticado por Compromís. El problema común en toda España es conocido; las grandes inversiones de los últimos años se han destinado a las líneas de AVE, mientras las cercanías han sido las “sacrificadas” de esta decisión política. Pero en la Comunidad Valenciana esta infrainversión ha sido, si cabe, más lacerante para un servicio básico en la movilidad diaria de los valencianos.
“Las cancelaciones son continuas, con amigos hemos calculado que los retrasos nos hacen perder hasta dos semanas al años de horario laboral”
Volvamos al detalle. El pasado día 29 de noviembre se suspendieron 10 trenes de cercanías. No es la tónica, pero ocurre muy a menudo. En 2017 se suprimieron 2.000 trenes, y en el 2018 “el ritmo ha sido muy similar”, según un informe de CGT; “en casi todos los casos por falta de personal o material”. Gonçal López, director editorial de Bromera, usa a diario la línea València-Moixent y dice que no le sorprenden los datos. “Las cancelaciones son continuas, con amigos hemos calculado que los retrasos nos hacen perder hasta dos semanas al años de horario laboral y nunca sabes qué va a suceder”. Gonçal advierte que desde hace tiempo “miro la información en redes sociales de cercanías de RENFE, pero a veces dicen que un tren va a salir y cuando llegas a la estación se ha anulado; es un problema ya estructural”.
El informe de CGT advierte que en 2019, si no se toman medidas urgentes,”las cifras (de cancelaciones) pueden ser superiores todavía, con el consiguiente perjuicio que ello supone para las personas usuarias en sus desplazamientos diarios”. Desde RENFE se señalan varias cosas sobre las cercanías del “núcleo de València”. En primer lugar que “las cancelaciones de servicios son puntuales. Los viajeros afectados son encaminados en los siguientes trenes, dada la elevada frecuencia del núcleo, supone un retraso medio de 15 minutos en la mayoría de los trenes suprimidos”. Y se añade que “las supresiones o cancelaciones del servicio de cercanías representan cuando se producen entre el 1,5 y el 2 por ciento de la oferta global de frecuencias del núcleo de cercanías de València”. Se apunta también a que la responsabilidad de estos retrasos y cancelaciones no son sólo de RENFE, también de ADIF
Esta versión no parece encontrar el eco entre los grupos políticos de las Cortes Valencianas. De hecho, hasta el PP ha llegado a decir que las cercanías de la Comunidad Valenciana “son las peores de España”. “Uno de cada 20 trenes no sale, y en los 19 restantes la impuntualidad es del 11% de media”, afirmaba Miguel Barrachina. Compromís, que ha presentado hoy una Proposición No de Ley PNL, para instar al Gobierno Español a invertir y resolver el problema de las cercanías valencianas, ha defendido que “el abandono del Estado tanto a nivel de infraestructura como en material rodante nos ha llevado a una pésima prestación del servicio público”, según ha defendido Belén Bachero. La PNL, que ha sido aprobada con los votos de la coalición valencianista, del PSPV y de Unidas Podemos, con la abstención del PP y Ciudadanos, insta al Gobierno Español a adoptar medidas urgentes especialmente en materia de personal”.
Las inversiones
Belén Bachero ha señalado hoy que “no es cierto que la situación de las cercanías sea de colapso, las líneas pueden absorber más cantidad de trenes, pero hay muy mala gestión”. Pero hay algunos datos claves en este problema. El último ministro de Fomento del PP, Íñigo de la Serna, prometió un plan de cercanías con una inversión de 1.436 millones de euros y más de 50 unidades nuevas. De aquel plan poco se ha sabido. El actual ministro, el socialista José Luís Ábalos, se comprometió a invertir 325 millones de euros en los presupuestos generales del Estado de 2019 que no salieron adelante por la oposición del PP y de los independentistas catalanes. Ninguno de estos planes de inversiones se ha podido ejecutar, y de momento lo que se ha ido haciendo ha sido intentar resolver problemas puntuales que no han resuelto los déficits de base.
El último ministro de Fomento del PP, Íñigo de la Serna, prometió un plan de cercanías con una inversión de 1.436 millones de euros y más de 50 unidades nuevas, que no se ha ejecutado.
Lo sabe bien Agustín Zaragozá, profesor de filosofía en Gandía. Su relato de incidencias sufridas es desolador, y apunta con contundencia que “yo tengo coche, y puedo usar coche, pero me empeño en usar las cercanías por convicción, aunque muchas veces es desesperante”. Actúa también como “agente de igualdad” lo que le obliga a moverse por muchos lugares usando las unidades de RENFE: “de Elda a València no puedes volver después de las 8 de la tarde” afirma. Y pone como ejemplo que “los usuarios de la zona de Gandia estamos abandonados, y me consta que también otras ciudades”. Los usuarios de la zona de Gandia estamos abandonados, y me consta que también otras”. Agustín narra un hecho concreto: “hace dos viernes vuelvo entrega premios de Diputación, cojo taxi para llegar al tren de las 20:11 horas que va a Gandía y para en Sueca; llego a la estación del Norte a las 20:00 horas y veo que han anulado el tren sin previo aviso”.
Desde RENFE se explica que las causas de los retrasos y cancelaciones son varias: “Averías de infraestructuras, de electrificación, por condiciones climatológicas adversas, averías en el sistema de señalización por robos de cable, problemas logísticos y de disponibilidad del material rodante por avería, incidencias por arrollamientos, rotación de material, asistencia médica de viajeros en ruta, interceptación de la vía por avería de una composición de mercancías, etc”. Y se añade que “estas incidencias provocan retrasos en la circulación de trenes y también la supresión o cancelación de varios servicios”. Se defiende también la compañía de la acusación de que faltan maquinistas. “La plantilla de maquinistas en el núcleo de cercanías de València es la misma. No se ha reducido el número de agentes de conducción. Se cubre la tasa de reposición en tiempo real. De manera puntual se producen desequilibrios en el gráfico de agentes de conducción al coincidir las desvinculaciones (jubilaciones) y el proceso de habilitación al material ferroviario (varios modelos de unidades) y las diferentes líneas de los maquinistas recién incorporados”.
Indignados con RENFE
Todos estos problemas han espoleado a los usuarios a organizarse y protestar. Este es el caso de la plataforma “indignats amb RENFE”, que han logrado convertir su cuenta de Twitter en todo un inagotable listado de quejas de usuarios, que han iniciado ya hace tiempo movilizaciones y logrado el apoyo de muchos municipios. Son un importante grupo de presión. Samuel Martínez Rodríguez, que es su portavoz, explica que “históricamente las inversiones han sido destinadas al AVE, dejando en el tren convencional bajo mínimos en seguridad y calidad. Las inversiones en Alta Velocidad suponen el 71% de los presupuestos destinados al ferrocarril, beneficiando tan solo al 3,8% de los usuarios; por el contrario, el 96,2% de los usuarios del tren convencional, solo reciben el 29% de las inversiones”.
Este colectivo exige, entre otros objetivos, que se prioricen las inversiones en cercanías, una reestructuración de los horarios y las frecuencias, que permita un servicio puntual y con garantías de circulación, sin cancelaciones d´última hora y la contratación del personal necesario para garantizar un servicio público de calidad y con las garantías de seguridad. Piden que se habilite material ferroviario en condiciones, “seguro, de calidad, sostenibles y energéticamente eficientes, dentro de los estándares adecuados de insonorización y accesibilidad. La adaptación de las líneas actuales de cercanías para tener con cuenta las necesidades de la población, “prolongar líneas empleando reestructuraciones que facilitan la posibilidad de comunicar las poblaciones con las capitales administrativas, los centros de trabajo y los centros académicos”.
https://twitter.com/IndignatsRenfe/stat ... 01985?s=20
En su exigencia incluyen también la integración de un mapa de la red de transportes públicos de la ciudad como por ejemplo FGV, BUS o TREN para poder complementarse entre ellas, potenciando los intercambiadores modales también con la bicicleta para que posibilite la movilidad prescindiendo del vehículo privado. Y recuerdan que la apuesta por un transporte público de calidad “se traduce en un impacto positivo de la calidad del aire que respiramos en las ciudades. Hacer una ciudad más sostenible y más amable para las personas, pasa por un sistema eficiente que invito a dejar el coche en casa para ir al trabajo o la universidad”.
De momento, la realidad de las cercanías, mucho más compleja de lo que se ha explicado en este reportaje, no va a ser muy diferente en los próximos meses. RENFE afirma que trabaja para minimizar los efectos negativos, pero cada día los problemas de cancelaciones y retrasos son continuos, alimentando el cansancio de los usuarios. Hace unos días, algunos intentaron montar una cacerolada en la Estación del Norte de València, pero los guardias de seguridad lo frenaron: “presenten reclamaciones”, les dijeron a los viajeros. “Las caras de la gente eran de absoluta indignación”, recuerda Gonçal López.
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