Mireu les fotos a: (són bones)
http://www.elpais.com/fotogaleria/cueli ... ac_1/Zes/1
Notícia:
http://www.elpais.com/articulo/espana/c ... nac_25/Tes
El 'cueling' en Barcelona
Saltando los tornos, entrando por las puertas reservadas para la salida, pasando detrás de otro pasajero que sí marca el abono o viajando con la tarjeta de jubilados cuando todavía no se han cumplido los 65. Éstos son los mecanismos más utilizados por los 3,9 millones de usuarios del metro de Barcelona que, cada año, viajan sin pagar el billete. Esta cifra representa un 1,1% del total de pasajeros anuales del servicio (361,6 millones en 2008), pero TMB ha querido poner freno al fraude con una campaña que inunda la mayoría de estaciones con carteles provocadores con el lema "¿Te crees muy listo? Tú mismo", seguido de una retahíla de advertencias, consecuencias y castigos por viajar sin billete.
"Pues sí, soy muy listo. Si no veo seguratas, me cuelo. Lo llevo haciendo muchos años y me han pillado dos veces, así que me sale a cuenta", confiesa un joven tras burlar los tornos de la parada de Jaume I. Los vigilantes de seguridad hacen lo que pueden, pero reconocen que no dan abasto. "No puedes pillarlos a todos, es un descontrol y una sangría para TMB", confiesa un agente que no quiere desvelar su nombre. Entre las 8 y las 9.30 horas de la mañana de un jueves, redactores de EL PAÍS vieron colarse en la parada de Jaume I a 26 personas de un total de 200. Los vigilantes de seguridad, explica el mismo agente, están más pendientes de los carteristas que del fraude. "Eso es el trabajo de los revisores". Pero sólo hay 59 para las 152 estaciones que tiene la red. "Ahí está el problema, la gente se cuela porque lo ve fácil, no porque no tenga dinero", afirma Estel Mas, usuaria que dice abonar siempre su billete.
Colarse también es fácil en el Trambaix
EL PAÍS comprueba que uno de cada ocho viajeros, 2,3 millones al año, no paga
Las escenas de estudiantes colándose en las paradas de Palau Reial y Zona Universitària son comunes. Son la mayoría, pero no los únicos. En todo el recorrido de las tres líneas del Trambaix (desde la plaza de Francesc Macià hasta Sant Feliu, Les Planes y Bon Viatge) personas de todas las edades y aspecto físico no dudan en utilizar este transporte público sin validar el billete.
"Uno vigila y los otros nos colamos"
EL PAÍS, que durante dos días ha seguido en varias franjas horarias a 750 viajeros, observó que 93 de ellos (el 12,4%) se colaron. Estos datos de fraude son menores que los registrados por este diario en el Trambesòs (30,1%), aunque siguen estando muy por encima del 1,71% reconocido por el Departamento de Política Territorial y Obras Públicas en una reciente respuesta en el Parlament.
Según los datos oficiales, el Trambaix registró 16,2 millones de viajes y recaudó 8,1 millones de euros el año pasado. La red cuenta con 29 estaciones (15 de ellas comunes para las tres líneas) y sirve a seis municipios. La investigación hecha por este periódico revela que el número real de viajeros es de unos 2,3 millones de pasajeros más, lo que genera un agujero de 1,15 millones de euros en las cuentas de la Autoridad Metropolitana del Transporte, que es la que cubre el déficit del servicio, gestionado por una empresa privada.
Tras 10 horas de viajes por el Trambaix, queda claro que los estudiantes son mayoría (dos de cada tres) entre los que se cuelan. Pero en las zonas periféricas de la red, como Sant Just Desvern y Sant Feliu de Llobregat, el perfil cambia. Allí algunos jubilados y ancianas abusan del tranvía para ahorrarse unos cuantos pasos dentro del mismo municipio. "Hijo, ¡pero si la calle está toda mojada y resbalo!", dijo ayer una mujer de unos 70 años para justificar un trayecto de 300 metros.
La diferencia entre el fraude generalizado observable en el Trambesòs y el importante, pero menor, en el Trambaix puede explicarse, en parte, por las diferencias socioeconómicas de las zonas por las que transitan. Pero también por la mayor vigilancia. Aquí hay 16 revisores (seis más que en Trambesòs) y su presencia es mucho más habitual en los tranvías: en ocho viajes en el Trambaix los revisores hicieron acto de presencia tres veces, por sólo dos en 18 en el Trambesòs.
Prácticamente, nadie se arriesga a no validar el billete cuando los revisores se encuentran dentro del tranvía. La videovigilancia no parece disuadir mucho, aunque una decena de pillados colándose opta por hacer el teatro de introducir un billete ya usado, a pesar del sonido que emite la validadora y que los pone en evidencia. Jana, una enfermera que vive en Cornellà, cree que es irónico que sean los universitarios, "lo más educado del país", los que más utilicen el servicio sin pagar.
"Uno vigila y los otros nos colamos"
Muchos de los que se cuelan llevan en sus carteras un billete de transporte, pero no lo validan. Éste es su salvavidas para evitar la multa de 50 euros por usar el servicio sin pagar. "Siempre nos ponemos cerca de la máquina para picar si vemos al segurata", confiesa un estudiante de instituto. Cuando llega el tranvía, "uno vigila y los otros nos colamos", explica otro. Esto deja claro que no se trata de falta de medios económicos: es incivismo.
Los inspectores lo saben. "Siempre que hay barullo vienen y nos piden el billete", cuenta otro estudiante. Un abono joven para utilizar ilimitadamente todos los medios transportes cuesta 115 euros por trimestre. Una estudiante universitaria rechaza el estigma de que los suyos no pagan, pero matiza: "Es mucha pasta y hay que ahorrar".
Uno de cada tres usuarios del Trambesòs viaja sin pagar el billete
EL PAÍS sigue a 750 viajeros del tranvía para comprobar el fraude - La mitad de los pasajeros de la línea T5 se cuela - El incivismo cuesta 1,5 millones a TMB
Un billete sencillo en el Tram-besòs cuesta 1,40 euros, pero muchos viajan gratis, y no por cortesía de la empresa. Son legión. EL PAÍS empieza hoy una serie para radiografiar el fraude en el transporte público del área metropolitana de Barcelona. Y los datos del Trambesòs, primera parada de este viaje, son contundentes: casi un tercio de los usuarios no paga. Algunos disimulan y sacan la cartera, pero la mayoría ni eso. No hace falta. No hay tornos ni barreras que franquear, nadie les mira mal y los revisores escasean. El Trambesòs es un coladero.
Redactores de EL PAÍS viajaron durante 14 horas en dos de las tres líneas del Trambesòs: la T4 (Ciutadella-Estació de Sant Adrià) y la T5 (Glòries-Gorg). La T6 (Estació de Sant Adrià-Gorg) no ha sido incluida porque su recorrido, salvo una parada, es la suma de dos tramos de la T4 y la T5. Han sido controlados 748 pasajeros tomados al azar en distintas franjas horarias y paradas. De ellos, 225 no validaron el billete, lo que arroja un fraude del 30,1%. Sorprende aún más la gran diferencia entre la T4 y la T5: mientras que en la primera sólo se colaron 71 de los 480 pasajeros observados (14,8%), en la segunda fueron el 57,4% (154 de 268).
Los datos obtenidos, pese a tratarse de una muestra, son muy relevantes y están lejos del 3,05% de fraude en 2009 que reconoció el Departamento de Política Territorial y Obras Públicas en una reciente respuesta en el Parlament. Los datos oficiales señalan que en 2009 usaron (pagando) el Trambesòs 7,68 millones de personas, lo que dio a Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) unos ingresos de 3,37 millones de euros. Los datos recogidos indican que los usuarios reales son 3,3 millones más y que el fraude causa a TMB unas pérdidas de 1,5 millones de euros al año.
Son las 11.05 del jueves 18. En una de las últimas paradas de la T5 se suben 11 personas. Ninguna paga. Pasado el mediodía, un hombre obeso, vestido con chándal, corre detrás del tranvía. La conductora le ve y espera, pero ni este buen gesto le anima a pagar.
En la línea que acaba en Badalona no se ven iPhones ni ordenadores portátiles; el bip de las máquinas de cobrar suena con menos frecuencia y la ropa de los pasajeros es humilde. Aquí nadie intenta disimular. En la tarde del viernes, se le pregunta a una mujer de mediana edad por qué no ha abonado el trayecto. Arropada por un plumón, con una mochila al hombro, responde lacónica: "Porque tenemos crisis, hija".
A pesar de que TMB prohíbe a sus trabajadores hablar con periodistas sin permiso (la empresa también ha eludido ofrecer su versión o comentar los datos recogidos), los que han querido hacerlo reconocen que hay un problema de control de pasajeros. "Aquí se cuela mucha gente", admite un conductor. Pero no es su tarea revisar quién paga y quién no.
En la respuesta parlamentaria, la ATM asegura que los revisores del Trambesòs controlaron en 2009 a 201.000 pasajeros (el 2,62% del total), de los que 6.100 viajaban sin billete. Esto supone que apenas se imponen 16 multas de media al día (50 euros cada una; aunque, si se paga al instante, se reduce a la mitad).
Esta chocante contradicción entre los datos oficiales y el fraude generalizado se explica, según trabajadores y usuarios del Trambesòs, por el laxo control en las 27 estaciones: hay pocos revisores y su forma de trabajar permite esquivarles con facilidad. Es decir, la muestra que constituyen los 201.000 viajeros controlados por los revisores tiene un claro problema de sesgo.
"El problema está en que sólo hay 10 revisores para vigilar las tres líneas", explica un conductor. Otra trabajadora añade que el Trambaix (que discurre por la Diagonal hacia el Baix Llobregat) cuenta con más revisores que el Trambesòs, a pesar de que en este último "se cuela mucha más gente". "Creo que lo de los revisores es algo para la galería", añade. En el Trambaix, que EL PAÍS tratará mañana, hay 16 revisores.
"Te da tiempo a bajar"
Mario, sevillano de 29 años, lleva dos cogiendo el tranvía todos los días. Con una sonrisa, asegura que nunca paga. Dice que nunca ha sido multado y ofrece una razón simple: "Si ves que están los revisores, te da tiempo perfectamente a bajar. Me los encuentro muchos días, pero siempre son los mismos. Si los ves en otra parada, ya sabes que no te va a tocar".
Pasada la una de la tarde del jueves, dos revisores suben a un vagón, acompañados de dos guardias de seguridad privada. No se bloquean las puertas para que nadie salga. Tampoco ellos solicitan los títulos de transporte uno a uno a todos los pasajeros. En el tiempo que permanecen en el tren, los que entran pagan. Sin embargo, varias personas que esperaban en la parada echan un vistazo dentro y no suben. Es evidente que los inspectores cumplen una función disuasoria. Pero si alguien no ha abonado el trayecto, puede bajarse en la siguiente estación y volver a hacer lo mismo en otro tren.
La T4 se dirige de mañana hacia el Fórum. A lo largo del trayecto, se cuelan hombres y mujeres de todo tipo: encorbatados, jóvenes estudiantes, madres con sus hijos y señoras mayores. Extranjeros y españoles. La marabunta del fraude.
"Los que pagamos somos unos primos"
3Teresa, una mujer de unos 50 años, espera la llegada del tranvía en un banco. Lo coge cuatro veces al día. Aunque no tiene estadísticas a mano, da en el clavo con los números. "Aquí, la mitad no paga", dice. Su actitud es una mezcla de resignación y enfado. "Como no hay control, al final sientes que tú eres la única que paga", explica, y añade que a los revisores "no se les ve mucho".
Pilar coge todos los días el tranvía para ir a trabajar. Cuando se le menciona el tema del fraude, contesta enfadada: "No sé qué quieres que te diga. Los que pagamos somos unos primos". En su opinión, las personas que pagan lo hacen por costumbre, y los que no pagan una vez, no lo hacen nunca.
No existe un único perfil entre los viajeros que tanto molestan a Teresa y Pilar. Más bien se cuela gente de todo tipo. De camino al Fórum, se ve a ejecutivos y estudiantes hacerlo. Hacia Gorg, son los colectivos más humildes los que masivamente se apuntan a la moda de no pagar.
FE DE ERRORES
Trambesòs no pertenece a Transports Metropolitans de Barcelona sino que es una concesión administrativa gestionada por una unión de empresas