Autobús turístic del 1929
Posted: Thursday 19/11/2009 14:09
De la Vanguardia en paper d'avui:
El autobús turístico nació ya en 1929
LLUÍS PERMANYER
La iniciativa tuvo tanto éxito que mereció seguir después de la Exposició del 29
La Exposició Internacional de 1929 dio pie a no pocas realizaciones e incluso innovaciones, pero hay una que no ha sido suficientemente destacada. Yhoy cobra una cierta relevancia, al haberse impuesto: el autobús turístico.
Sospecho que la Sociedad de Atracción de Forasteros, generadora de tantas iniciativas destinadas a dar en la diana, a buen seguro que estaba en el origen de aquella idea. Lo cierto fue que fructificó.
Y de ahí que el 25 de mayo, es decir, antes de que se cumpliera la primera semana de la solemne inauguración del certamen, se publicara un anuncio sobre el nuevo servicio. Vayan a continuación los datos esenciales.
La Compañía General de Autobuses de Barcelona, en colaboración con el patronato Nacional de Turismo, anunciaba la inmediata puesta de un servicio que permitieran al turista dar un amplio paseo para conocer "sus principales avenidas, monumentos y alrededores". Es presentado bajo el nombre de "Visitas a Barcelona".
Precisa que los billetes se podían adquirir en las agencias de viajes, principales hoteles y por supuesto en la sedes del Patronato Nacional de Turismo, que ya estaba en aquella dirección histórica de Gran Via, 658; Atracción de Forasteros, en la Rambla, 30, y la Compañía de Autobuses de Barcelona, en la ronda de la Universitat, 31.
El circuito de lujo tenía una duración de cuatro horas, se realizaba en un automóvil que era descrito como coche salón, e iba acompañado de un cicerone intérprete. Costaba 12,50 pesetas. El circuito interior se efectuaba en autobús, duraba tres horas y valía 3,75 pesetas. Se entregaban folletos ilustrados y un plano del recinto.
Había dos líneas, con partida en la plaza de España hasta Miramar o hasta el Palau Nacional, y vuelta al punto de salida. Al término de la Exposició, la salida tenía efecto en la plaza de Catalunya.
Estas dos líneas regulares eran atendidas con autobuses Laffly de fabricación francesa, de un piso, con motor de explosión de gasolina, dobles ruedas traseras y capacidad para veinticinco pasajeros sentados y diez en pie. El éxito de la propuesta fue tal, que los taxistas protestaron por lo que estimaban competencia desleal. Fue tan buen negocio, que pese al cierre de la Exposició, se mantuvo el servicio hasta julio del año siguiente.
Esta experiencia barcelonesa fue pionera en su género. Después fue imitada en Londres, iniciativa que acabó siendo incorporada por otras grandes ciudades, verbigracia París. No deja de ser curioso que la propia Barcelona, a raíz de la invasión foránea registrada a raíz de los Juegos Olímpicos, copiara entonces lo que se tenía como el modelo londinense, al haber ya olvidado que se trataba de un aliciente turístico que había nacido aquí.
El autobús turístico nació ya en 1929
LLUÍS PERMANYER
La iniciativa tuvo tanto éxito que mereció seguir después de la Exposició del 29
La Exposició Internacional de 1929 dio pie a no pocas realizaciones e incluso innovaciones, pero hay una que no ha sido suficientemente destacada. Yhoy cobra una cierta relevancia, al haberse impuesto: el autobús turístico.
Sospecho que la Sociedad de Atracción de Forasteros, generadora de tantas iniciativas destinadas a dar en la diana, a buen seguro que estaba en el origen de aquella idea. Lo cierto fue que fructificó.
Y de ahí que el 25 de mayo, es decir, antes de que se cumpliera la primera semana de la solemne inauguración del certamen, se publicara un anuncio sobre el nuevo servicio. Vayan a continuación los datos esenciales.
La Compañía General de Autobuses de Barcelona, en colaboración con el patronato Nacional de Turismo, anunciaba la inmediata puesta de un servicio que permitieran al turista dar un amplio paseo para conocer "sus principales avenidas, monumentos y alrededores". Es presentado bajo el nombre de "Visitas a Barcelona".
Precisa que los billetes se podían adquirir en las agencias de viajes, principales hoteles y por supuesto en la sedes del Patronato Nacional de Turismo, que ya estaba en aquella dirección histórica de Gran Via, 658; Atracción de Forasteros, en la Rambla, 30, y la Compañía de Autobuses de Barcelona, en la ronda de la Universitat, 31.
El circuito de lujo tenía una duración de cuatro horas, se realizaba en un automóvil que era descrito como coche salón, e iba acompañado de un cicerone intérprete. Costaba 12,50 pesetas. El circuito interior se efectuaba en autobús, duraba tres horas y valía 3,75 pesetas. Se entregaban folletos ilustrados y un plano del recinto.
Había dos líneas, con partida en la plaza de España hasta Miramar o hasta el Palau Nacional, y vuelta al punto de salida. Al término de la Exposició, la salida tenía efecto en la plaza de Catalunya.
Estas dos líneas regulares eran atendidas con autobuses Laffly de fabricación francesa, de un piso, con motor de explosión de gasolina, dobles ruedas traseras y capacidad para veinticinco pasajeros sentados y diez en pie. El éxito de la propuesta fue tal, que los taxistas protestaron por lo que estimaban competencia desleal. Fue tan buen negocio, que pese al cierre de la Exposició, se mantuvo el servicio hasta julio del año siguiente.
Esta experiencia barcelonesa fue pionera en su género. Después fue imitada en Londres, iniciativa que acabó siendo incorporada por otras grandes ciudades, verbigracia París. No deja de ser curioso que la propia Barcelona, a raíz de la invasión foránea registrada a raíz de los Juegos Olímpicos, copiara entonces lo que se tenía como el modelo londinense, al haber ya olvidado que se trataba de un aliciente turístico que había nacido aquí.