Taxis desorientats
Posted: Sunday 09/09/2007 9:44
De L.V.:
Taxis desorientados
El desconocimiento de la ciudad es cada vez mayor entre los nuevos conductores que trabajan en Barcelona.
Un taxi se detiene en Rocafort/ Provença, a las diez de la mañana. "Buenos días, ¿puede llevarme a Rocafort con Tamarit?", pregunta al taxista el cliente que lo ha parado, nada más entrar en el coche. Respuesta: "No le importa indicarme el trayecto, ¿verdad?, es que sólo hace tres días que trabajo con el taxi...".
¿Navegadores o localizadores?
La instalación obligatoria de navegadores en los populares coches amarillos de Nueva York ha provocado una huelga de los taxistas de esta ciudad esta semana porque consideran que servirá para controlarlos.
"La realidad allí es muy distinta de la de Barcelona -comenta Miguel Ángel Martín, gerente del Institut Metropolità del Taxi (IMT)- porque hay muchos más asalariados y también muchos más extranjeros que aquí y quizás estos dispositivos pueden ayudar a mejorar el servicio".
Con todo, y sin ser obligatorio, Martín es partidario de que se instalen estos aparatos en los taxis de Barcelona porque pueden ser de ayuda, una recomendación que comparten cada vez más taxistas, sobre todo los jóvenes. Desde hace unos años, la Administración subvenciona la instalación de localizadores conectados al teléfono 112 de emergencias para su uso en situaciones de peligro (robos, agresiones...), y serán obligatorios en los taxis nuevos a partir del 2008.
Nueve de la noche, plaza Francesc Macià. "A Via Augusta/ Mitre, por favor", solicita el usuario. "¿Cómo se va desde aquí?", pregunta el chófer.
En el primer caso, el conductor es español. Y en el segundo, pakistaní. En los dos, son taxistas noveles. "Hemos comprado una licencia entre dos -¡nos ha costado 180.000 euros!- y ahora nos dedicamos a esto", explica este último, convencido de que pronto se sabrá la guía de calles de Barcelona al dedillo puesto que se toma su nuevo trabajo "muy en serio".
El primer taxista, en cambio, prefiere no comentar sus lagunas a la hora de moverse por la ciudad. El cliente le indica dónde debe parar y cuando llega, se apea y adiós.
Situaciones como éstas, recopiladas las últimas semanas por La Vanguardia, no son atípicas en Barcelona. El desconocimiento del callejero o de la ubicación de ciertos lugares de interés de la ciudad está al orden del día y, sobre todo, de la noche, que es la franja más frecuentada por los taxistas asalariados, muchos de ellos de origen extranjero, que son los que más problemas de orientación sufren.
Ésta es una apreciación compartida por las principales organizaciones del sector, aunque todas insisten en dejar claro que la inmensa mayoría de los conductores sabe moverse por la ciudad correctamente y los que van justos sólo precisan de un cierto tiempo de rodaje.
"El examen es el mismo para todos y, en principio, todos los que lo aprueban están en condiciones de prestar el servicio", explica Miguel Ángel Martín, gerente del Institut Metropolità del Taxi (IMT), el organismo supramunicipal responsable del servicio. "Lo que es cierto -reconoce- es que hay algunos taxistas noveles que dudan cuando se les indica alguna calle, normalmente secundaria, y suelen pedir al usuario que les oriente".
Para Martín, esto no es negativo, siempre que el taxista informe al cliente de que acaba de acceder a la profesión. "Así -prosigue el gerente- se evitan muchos malentendidos". De la misma opinión es Antonio Inglés, profesor de un centro de formación para taxistas. "La verdad siempre debe ir por delante -añade-, siempre hay que preguntar por deferencia y si es por desconocimiento, hay que decirlo".
En cualquier caso, Martín asegura que al IMT no le consta que haya quejas de los usuarios por desconocimiento de los trayectos. Otro asunto es que el taxista dé rodeos innecesarios expresamente para alargar la carrera y el precio reflejado en el taxímetro, algo que sí que ocurre, sobre todo con los turistas. Inglés está de acuerdo:"El que se equivoca, más que por ignorancia, es por mala fe".
Uno de los fenómenos que explica el desconocimiento de la ciudad cada vez mayor entre los taxistas es el crecimiento del número de asalariados que se incorporan al sector. "La plantilla de asalariados está creciendo rápidamente y, por lo general, hasta que no llevan un tiempo en la calle, no conocen bien la ciudad", explica Miguel Tomás, presidente del Sindicat del Taxi de Catalunya (STAC). Según los datos del IMT, en dos años y medio la plantilla de asalariados ha crecido por encima del 60%, pasando de los 1.001 taxistas activos el 31 de diciembre del 2005 a los 1.619 que constaban el pasado jueves. Con todo, estos empleados son minoritarios ya que hay más de 10.000 autónomos.
Hay otro elemento que explica, al menos en parte, por qué hay más desconocimiento de la ciudad por las noches que durante el día. "La mayoría del personal que contratan las empresas van al turno de noche, entre otras razones porque si se equivocan en un recorrido es más fácil rectificar porque hay menos tráfico que de día", argumenta Carmen de Tienda, presidenta de la Associació Empresarial del Taxi (AET).
Dentro del colectivo de los asalariados, los nacidos fuera de España tienen cada vez más peso. De hecho, ya son mayoría en las escuelas de formación de taxistas, y en algunas superan el 60% de las plazas. Estas personas, a priori, pueden tener más dificultades para conocer la ciudad que los que han vivido toda la vida en ella.
"Probablemente sea así -comenta el gerente del IMT-, pero no es un problema grave puesto que, como en otras profesiones, todo mejora con la práctica, la ciudad se acaba conociendo bien a fuerza de recorrerla". De la misma opinión es Carmen de Tienda, quien admite que los taxistas foráneos que se ponen al volante suelen tener más lagunas que los autóctonos pero, en poco tiempo, se ponen al día.
"La solución no es hacer el examen más difícil, sino dar el máximo de facilidades para aprender a hacer los recorridos trabajando con la ayuda de navegadores GPS, que deberían ser obligatorios en estos casos", explica la presidenta de la AET. De Tienda, además, propone que, antes de obtener el carnet de taxista, deba pasarse por un periodo de pruebas, algo previsto por la ley, y que se haga constar en el vehículo. "Así -continúa- quedaría clara la situación, lo que es bueno para el conductor y para el cliente".
Pero el GPS no es la panacea. Además de las molestias por el sonido o de las distracciones que puede provocar, los hay que proponen trayectos discutibles e incluso imposibles. Y quien depende de él puede tener problemas inesperados.
Otro caso, de hace quince días. Gran Via/ Llúria, a las dos de la madrugada. "Buenas noches, a Malats/ Gran de Sant Andreu", solicita el cliente. "Lo siento -le responde el taxista, colombiano-, pero no funciona el navegador, el de la mañana lo ha estropeado, ¿puede indicarme cómo ir?". El cliente responde: "Seguimos hasta Glòries, luego Meridiana y Malats". Prosigue el conductor: "Ya me avisará a qué altura tenemos que salir de la Meridiana".
El acceso de los inmigrantes al mundo del taxi crece de manera espectacular. Prueba de ello son, además de la cifra de matriculados en las escuelas de formación, la cantidad que acaban como asalariados. En dos años y medio han pasado de 195 a 466, lo que supone pasar de ser el 19,5% del total de asalariados al 28,8%. En el mismo periodo, los taxistas contratados nacidos en Barcelona han pasado de 373 a 437 y, aunque han crecido en términos absolutos, han caído en relación con el total del 37,3% al 27%.
Hay muchos otros ejemplos de desconocimiento. Lunes pasado, once del mediodía. Un usuario toma un taxi en Balmes/ Mallorca. "A la plaza Sant Jaume, por favor", le dice al taxista. "Llevo una semana trabajando y no sé cómo ir, ¿sería tan amable de indicarme?", le responde con acento argentino o uruguayo. "Es la plaza donde está el Ayuntamiento", precisa el cliente. Al conductor se le queda cara de boniato. "No se preocupe, ya le guiaré -le tranquiliza el pasajero, sorprendido-, siga para abajo, y cuando pase Gran Via, continúe hasta Pelai...".
A los usuarios consultados no les molesta el trato recibido por estos taxistas desorientados.Lo que sorprende es que pueda prestarse un servicio de interés público con déficits tan grandes como los explicados. También se echa en falta un buen manejo de la guía. Muchos taxistas noveles, antes de recurrir al papel, preguntan al cliente. Unas veces funciona, pero otras no.
Taxis desorientados
El desconocimiento de la ciudad es cada vez mayor entre los nuevos conductores que trabajan en Barcelona.
Un taxi se detiene en Rocafort/ Provença, a las diez de la mañana. "Buenos días, ¿puede llevarme a Rocafort con Tamarit?", pregunta al taxista el cliente que lo ha parado, nada más entrar en el coche. Respuesta: "No le importa indicarme el trayecto, ¿verdad?, es que sólo hace tres días que trabajo con el taxi...".
¿Navegadores o localizadores?
La instalación obligatoria de navegadores en los populares coches amarillos de Nueva York ha provocado una huelga de los taxistas de esta ciudad esta semana porque consideran que servirá para controlarlos.
"La realidad allí es muy distinta de la de Barcelona -comenta Miguel Ángel Martín, gerente del Institut Metropolità del Taxi (IMT)- porque hay muchos más asalariados y también muchos más extranjeros que aquí y quizás estos dispositivos pueden ayudar a mejorar el servicio".
Con todo, y sin ser obligatorio, Martín es partidario de que se instalen estos aparatos en los taxis de Barcelona porque pueden ser de ayuda, una recomendación que comparten cada vez más taxistas, sobre todo los jóvenes. Desde hace unos años, la Administración subvenciona la instalación de localizadores conectados al teléfono 112 de emergencias para su uso en situaciones de peligro (robos, agresiones...), y serán obligatorios en los taxis nuevos a partir del 2008.
Nueve de la noche, plaza Francesc Macià. "A Via Augusta/ Mitre, por favor", solicita el usuario. "¿Cómo se va desde aquí?", pregunta el chófer.
En el primer caso, el conductor es español. Y en el segundo, pakistaní. En los dos, son taxistas noveles. "Hemos comprado una licencia entre dos -¡nos ha costado 180.000 euros!- y ahora nos dedicamos a esto", explica este último, convencido de que pronto se sabrá la guía de calles de Barcelona al dedillo puesto que se toma su nuevo trabajo "muy en serio".
El primer taxista, en cambio, prefiere no comentar sus lagunas a la hora de moverse por la ciudad. El cliente le indica dónde debe parar y cuando llega, se apea y adiós.
Situaciones como éstas, recopiladas las últimas semanas por La Vanguardia, no son atípicas en Barcelona. El desconocimiento del callejero o de la ubicación de ciertos lugares de interés de la ciudad está al orden del día y, sobre todo, de la noche, que es la franja más frecuentada por los taxistas asalariados, muchos de ellos de origen extranjero, que son los que más problemas de orientación sufren.
Ésta es una apreciación compartida por las principales organizaciones del sector, aunque todas insisten en dejar claro que la inmensa mayoría de los conductores sabe moverse por la ciudad correctamente y los que van justos sólo precisan de un cierto tiempo de rodaje.
"El examen es el mismo para todos y, en principio, todos los que lo aprueban están en condiciones de prestar el servicio", explica Miguel Ángel Martín, gerente del Institut Metropolità del Taxi (IMT), el organismo supramunicipal responsable del servicio. "Lo que es cierto -reconoce- es que hay algunos taxistas noveles que dudan cuando se les indica alguna calle, normalmente secundaria, y suelen pedir al usuario que les oriente".
Para Martín, esto no es negativo, siempre que el taxista informe al cliente de que acaba de acceder a la profesión. "Así -prosigue el gerente- se evitan muchos malentendidos". De la misma opinión es Antonio Inglés, profesor de un centro de formación para taxistas. "La verdad siempre debe ir por delante -añade-, siempre hay que preguntar por deferencia y si es por desconocimiento, hay que decirlo".
En cualquier caso, Martín asegura que al IMT no le consta que haya quejas de los usuarios por desconocimiento de los trayectos. Otro asunto es que el taxista dé rodeos innecesarios expresamente para alargar la carrera y el precio reflejado en el taxímetro, algo que sí que ocurre, sobre todo con los turistas. Inglés está de acuerdo:"El que se equivoca, más que por ignorancia, es por mala fe".
Uno de los fenómenos que explica el desconocimiento de la ciudad cada vez mayor entre los taxistas es el crecimiento del número de asalariados que se incorporan al sector. "La plantilla de asalariados está creciendo rápidamente y, por lo general, hasta que no llevan un tiempo en la calle, no conocen bien la ciudad", explica Miguel Tomás, presidente del Sindicat del Taxi de Catalunya (STAC). Según los datos del IMT, en dos años y medio la plantilla de asalariados ha crecido por encima del 60%, pasando de los 1.001 taxistas activos el 31 de diciembre del 2005 a los 1.619 que constaban el pasado jueves. Con todo, estos empleados son minoritarios ya que hay más de 10.000 autónomos.
Hay otro elemento que explica, al menos en parte, por qué hay más desconocimiento de la ciudad por las noches que durante el día. "La mayoría del personal que contratan las empresas van al turno de noche, entre otras razones porque si se equivocan en un recorrido es más fácil rectificar porque hay menos tráfico que de día", argumenta Carmen de Tienda, presidenta de la Associació Empresarial del Taxi (AET).
Dentro del colectivo de los asalariados, los nacidos fuera de España tienen cada vez más peso. De hecho, ya son mayoría en las escuelas de formación de taxistas, y en algunas superan el 60% de las plazas. Estas personas, a priori, pueden tener más dificultades para conocer la ciudad que los que han vivido toda la vida en ella.
"Probablemente sea así -comenta el gerente del IMT-, pero no es un problema grave puesto que, como en otras profesiones, todo mejora con la práctica, la ciudad se acaba conociendo bien a fuerza de recorrerla". De la misma opinión es Carmen de Tienda, quien admite que los taxistas foráneos que se ponen al volante suelen tener más lagunas que los autóctonos pero, en poco tiempo, se ponen al día.
"La solución no es hacer el examen más difícil, sino dar el máximo de facilidades para aprender a hacer los recorridos trabajando con la ayuda de navegadores GPS, que deberían ser obligatorios en estos casos", explica la presidenta de la AET. De Tienda, además, propone que, antes de obtener el carnet de taxista, deba pasarse por un periodo de pruebas, algo previsto por la ley, y que se haga constar en el vehículo. "Así -continúa- quedaría clara la situación, lo que es bueno para el conductor y para el cliente".
Pero el GPS no es la panacea. Además de las molestias por el sonido o de las distracciones que puede provocar, los hay que proponen trayectos discutibles e incluso imposibles. Y quien depende de él puede tener problemas inesperados.
Otro caso, de hace quince días. Gran Via/ Llúria, a las dos de la madrugada. "Buenas noches, a Malats/ Gran de Sant Andreu", solicita el cliente. "Lo siento -le responde el taxista, colombiano-, pero no funciona el navegador, el de la mañana lo ha estropeado, ¿puede indicarme cómo ir?". El cliente responde: "Seguimos hasta Glòries, luego Meridiana y Malats". Prosigue el conductor: "Ya me avisará a qué altura tenemos que salir de la Meridiana".
El acceso de los inmigrantes al mundo del taxi crece de manera espectacular. Prueba de ello son, además de la cifra de matriculados en las escuelas de formación, la cantidad que acaban como asalariados. En dos años y medio han pasado de 195 a 466, lo que supone pasar de ser el 19,5% del total de asalariados al 28,8%. En el mismo periodo, los taxistas contratados nacidos en Barcelona han pasado de 373 a 437 y, aunque han crecido en términos absolutos, han caído en relación con el total del 37,3% al 27%.
Hay muchos otros ejemplos de desconocimiento. Lunes pasado, once del mediodía. Un usuario toma un taxi en Balmes/ Mallorca. "A la plaza Sant Jaume, por favor", le dice al taxista. "Llevo una semana trabajando y no sé cómo ir, ¿sería tan amable de indicarme?", le responde con acento argentino o uruguayo. "Es la plaza donde está el Ayuntamiento", precisa el cliente. Al conductor se le queda cara de boniato. "No se preocupe, ya le guiaré -le tranquiliza el pasajero, sorprendido-, siga para abajo, y cuando pase Gran Via, continúe hasta Pelai...".
A los usuarios consultados no les molesta el trato recibido por estos taxistas desorientados.Lo que sorprende es que pueda prestarse un servicio de interés público con déficits tan grandes como los explicados. También se echa en falta un buen manejo de la guía. Muchos taxistas noveles, antes de recurrir al papel, preguntan al cliente. Unas veces funciona, pero otras no.