Hasta siempre, Express (Costa Verde Gijón-Madrid)
Posted: Saturday 22/12/2007 14:03
Hasta siempre, Express Cerca de un centenar de personas despidieron anoche en Gijón al histórico tren tras 133 años de vida
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Pablo de la Varga, jefe de maquinistas; Miguel Ángel Álvarez, maquinista; David Berrocal, encargado del coche cama; Luis García, interventor, y Maximino Fernández, mecánico. MARCOS LEÓN
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Gijón, Lorena NOSTI
Como una estrella de cine. Llegó a la estación entre los fogonazos de los flashes y la abandonó entre aplausos. Fue el homenaje de cerca de un centenar de aficionados, nostálgicos y, en definitiva, amigos que quisieron dar su último adiós a un Expreso Gijón-Madrid que se jubila, sin que nadie le pidiera opinión alguna, tras 133 años de historia. 133 años en los que ha visto cómo el progreso se abría paso inexorablemente. 133 años en los que miles y miles de personas han visto lo mismo a través de las ventanillas de sus vagones.
Francisco Fernández fue uno de ellos. Anoche enseñaba orgulloso en el andén de la estación Jovellanos el sello del Expreso en su pasaporte. 8 de noviembre de 1960. Con un brillo especial en los ojos y una sonrisa nostálgica, recordaba su primer viaje, unos años antes, en 1951. Más de medio siglo después, describía con total lucidez la curiosidad que sintió al subirse al coche por primera vez. «Aún hoy, cada vez que voy a Madrid miro la Estación del Norte. Allí llegaba el Expreso».
Pero no era el único. La nostalgia era la palabra elegida, aunque no hiciera falta ponerle voz al sentimiento, por la mayor parte de los asistentes para definir la sensación que flotaba en el andén, mientras la máquina 251, luciendo sus colores originales de hace más de un siglo, entraba en la estación. «Da pena verlo por última vez», decía Manuel Ángel Rodríguez. «Y digo yo: si este tipo de servicio no lo suplen los diurnos, ¿por qué no seguir conservándolo?», se preguntaba Santiago González.
Probablemente pensarían lo mismo los seis trabajadores de Renfe que tenían el honor de participar en el último recorrido. José Vega y Miguel Ángel Álvarez, maquinistas; Maximino Fernández, mecánico; David Berrocal, a cargo del coche cama; Luis García, interventor, y Pablo de la Varga, jefe de maquinistas. Los últimos seis trabajadores que podrán viajar en el Expreso, en el último recorrido del Costa Verde.
La Asociación de Amigos del Ferrocarril «Don Pelayo» de Gijón, organizadora del homenaje, no salía de su asombro. Pensaban que sería un acto más íntimo, que iría menos gente a la estación. Preparando su despedida, con el sonido de la Asociación de Bandas de Gaites Conceyu de Xixón como telón de fondo, estaban a medio camino entre la nostalgia y la excitación. Los nervios eran muchos. La mayor parte de ellos iba a hacer ese último recorrido. Con sus billetes en la mano, bien a la vista, se sacaban fotos delante de la escalerilla que da acceso al vagón. Y los que no podían viajar reprochaban a sus compañeros: «¿Quiénes vais?». «Casi todos». «Joder, ¿cómo no avisasteis? Ayer estuve aquí todo el tiempo».
Y mientras unos iban subiendo con tiempo suficiente, otros miraban desde abajo. Flor Zapico, María Ángeles Espina y Consuelo León sólo iban a despedirle. A verlo salir.
Los coches cama, impecables, despertaban los recuerdos de muchos, que se quejaban de no poder viajar de noche a partir de ahora. Y aunque todos reconocían que es de agradecer el recorte de una hora en el trayecto a Madrid o las futuras ventajas del anhelado AVE, a ninguno de los presentes se le escapaba que estaba presenciando el adiós a una leyenda viva.
La Asociación de Amigos del Ferrocarril «Don Pelayo» de Gijón comenzó el homenaje. Su presidente, Juan Carlos Miranda, leía unas líneas de agradecimiento glosando la historia del Expreso. A continuación, le entregó una metopa a los dos maquinistas de este último recorrido. Aplausos, gaitas, curiosidad y muchas fotos. 22.25 horas.
A las 22.30 horas, puntual, formal, el Expreso Gijón-Madrid puso en marcha sus motores. Sólo unos bocinazos, correspondidos con unos calurosos aplausos y decenas de manos agitándose en el aire diciéndole adiós. Minutos antes, un cercanías también le dedicaba unos bocinazos a su paso. «Hasta siempre, Express», se limitó a decir Juan Carlos Miranda. Una despedida humilde para 133 años de historia. Pues eso. «Hasta siempre, Express».
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp ... re-Express
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Pablo de la Varga, jefe de maquinistas; Miguel Ángel Álvarez, maquinista; David Berrocal, encargado del coche cama; Luis García, interventor, y Maximino Fernández, mecánico. MARCOS LEÓN
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Gijón, Lorena NOSTI
Como una estrella de cine. Llegó a la estación entre los fogonazos de los flashes y la abandonó entre aplausos. Fue el homenaje de cerca de un centenar de aficionados, nostálgicos y, en definitiva, amigos que quisieron dar su último adiós a un Expreso Gijón-Madrid que se jubila, sin que nadie le pidiera opinión alguna, tras 133 años de historia. 133 años en los que ha visto cómo el progreso se abría paso inexorablemente. 133 años en los que miles y miles de personas han visto lo mismo a través de las ventanillas de sus vagones.
Francisco Fernández fue uno de ellos. Anoche enseñaba orgulloso en el andén de la estación Jovellanos el sello del Expreso en su pasaporte. 8 de noviembre de 1960. Con un brillo especial en los ojos y una sonrisa nostálgica, recordaba su primer viaje, unos años antes, en 1951. Más de medio siglo después, describía con total lucidez la curiosidad que sintió al subirse al coche por primera vez. «Aún hoy, cada vez que voy a Madrid miro la Estación del Norte. Allí llegaba el Expreso».
Pero no era el único. La nostalgia era la palabra elegida, aunque no hiciera falta ponerle voz al sentimiento, por la mayor parte de los asistentes para definir la sensación que flotaba en el andén, mientras la máquina 251, luciendo sus colores originales de hace más de un siglo, entraba en la estación. «Da pena verlo por última vez», decía Manuel Ángel Rodríguez. «Y digo yo: si este tipo de servicio no lo suplen los diurnos, ¿por qué no seguir conservándolo?», se preguntaba Santiago González.
Probablemente pensarían lo mismo los seis trabajadores de Renfe que tenían el honor de participar en el último recorrido. José Vega y Miguel Ángel Álvarez, maquinistas; Maximino Fernández, mecánico; David Berrocal, a cargo del coche cama; Luis García, interventor, y Pablo de la Varga, jefe de maquinistas. Los últimos seis trabajadores que podrán viajar en el Expreso, en el último recorrido del Costa Verde.
La Asociación de Amigos del Ferrocarril «Don Pelayo» de Gijón, organizadora del homenaje, no salía de su asombro. Pensaban que sería un acto más íntimo, que iría menos gente a la estación. Preparando su despedida, con el sonido de la Asociación de Bandas de Gaites Conceyu de Xixón como telón de fondo, estaban a medio camino entre la nostalgia y la excitación. Los nervios eran muchos. La mayor parte de ellos iba a hacer ese último recorrido. Con sus billetes en la mano, bien a la vista, se sacaban fotos delante de la escalerilla que da acceso al vagón. Y los que no podían viajar reprochaban a sus compañeros: «¿Quiénes vais?». «Casi todos». «Joder, ¿cómo no avisasteis? Ayer estuve aquí todo el tiempo».
Y mientras unos iban subiendo con tiempo suficiente, otros miraban desde abajo. Flor Zapico, María Ángeles Espina y Consuelo León sólo iban a despedirle. A verlo salir.
Los coches cama, impecables, despertaban los recuerdos de muchos, que se quejaban de no poder viajar de noche a partir de ahora. Y aunque todos reconocían que es de agradecer el recorte de una hora en el trayecto a Madrid o las futuras ventajas del anhelado AVE, a ninguno de los presentes se le escapaba que estaba presenciando el adiós a una leyenda viva.
La Asociación de Amigos del Ferrocarril «Don Pelayo» de Gijón comenzó el homenaje. Su presidente, Juan Carlos Miranda, leía unas líneas de agradecimiento glosando la historia del Expreso. A continuación, le entregó una metopa a los dos maquinistas de este último recorrido. Aplausos, gaitas, curiosidad y muchas fotos. 22.25 horas.
A las 22.30 horas, puntual, formal, el Expreso Gijón-Madrid puso en marcha sus motores. Sólo unos bocinazos, correspondidos con unos calurosos aplausos y decenas de manos agitándose en el aire diciéndole adiós. Minutos antes, un cercanías también le dedicaba unos bocinazos a su paso. «Hasta siempre, Express», se limitó a decir Juan Carlos Miranda. Una despedida humilde para 133 años de historia. Pues eso. «Hasta siempre, Express».
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