De L.V.:
Las nuevas caras de la Alta Velocidad
Las ocho personas que viajarán hoy en el AVE como tripulantes están convencidas de que la seguridad de la línea es absoluta
Francesc Peirón | Barcelona | 20/02/2008 | Actualizada a las 03:31h
Ricardo Durán Catalá pondrá nombre y apellidos al primer AVE que tiene previsto alzar su vuelo hoy en la estación de Sants. Él es el maquinista elegido - el nombre oficial es jefe de tren-para arrancar el servicio de alta velocidad en Barcelona. Después de tanto retraso, este nuevo hito se consigue, salvo imprevistos, muy temprano, a las seis horas.
"No estoy nervioso", comenta desde el interior de uno de los Siemens 103 que harán el trayecto entre las dos grandes capitales escasamente 24 horas antes del debut. "No estoy nervioso - insiste- porque este es mi trabajo y ya hace años que lo desempeño. Pero tampoco es como si nada. Tengo sentido de la responsabilidad y sé que no se puede fallar. Todo el mundo nos estará mirando".
Durán, barcelonés de 50 años, compartirá su suerte con Francisco Silva como supervisor, otro empleado de largo recorrido en la compañía que ya tuvo el honor de participar en el primer tren veloz comercial que salió de Camp de Tarragona hacia Madrid, el 19 de diciembre del 2006.
Ricardo y Francisco - Paco, vecino de Gavà, luce insignia del Madrid en la solapa: "No se me cae nunca", bromea- son dos ferroviarios de fuste. Los dos ingresaron en Renfe a través del servicio militar y luego han hecho carrera. Pero sus orígenes personales divergen. "A los tres años ya decía que quería ser maquinista", afirma Durán. En su familia, sin embargo, no había antecedentes directos relacionados con esta profesión. "Me aficioné de muy pequeño, mi padre me llevaba a ver trenes a Sarrià". A Silva, por el contrario, le viene de raíz. "Mi abuelo era maquinista de carbón, mi padre también".
- ¿Por qué no se hizo maquinista, como ellos?
- Le dije a mi padre que sería ferroviario, pero con corbata. Cuando venía de trabajar, lo conocía por el blanco de los ojos.
Los tiempos han cambiado. El tren va a 300 km/ h, y más. La corbata forma parte del uniforme del supervisor y del maquinista. Al entrar en la compañía, en 1980, Ricardo Durán cuenta que toda la conducción era manual. Hoy, en la cabina del Siemens 103, que parece más bien la de un cohete, tres ordenadores colaboran de forma determinante en la circulación del vehículo.
Pese a todo, el factor humano resulta esencial. En la conducción y en la atención al viajero. Francisco Silva, en su papel, parece más bien un asesor del cliente. Es el señor Lobo de la película de Tarantino, el que resuelve todos los problemas que puedan surgir le al usuario. "Lo que me gusta - afirma- es que cuando se bajen del tren hablen bien de nosotros. Es la mejor publicidad". Es lo que define como "empatía, ponerse en el lugar de los viajeros
Junto a Durán y Silva, el AVE tiene otras caras. Son las del personal de tripulación. Hoy Susana Martínez, responsable de los servicios a bordo en Barcelona de la empresa Wagons-Lit, será la que ejercerá el mando en el primer AVE de un equipo compuesto por Olga Lacárcel, Sandra Gutiérrez, Ana M. ª Petregal, Carlos Poncela y Mijailer Vega. "Vamos preparados", remarca Susana. "Hemos hecho cursos, venimos de trenes con prestaciones de este tipo. No existirá el margen de error. Y le pondremos mucha ilusión, intentaremos que el viajero se sienta emocionado del AVE". "Vamos a dar un servicio que no se ha dado nunca", tercia Carlos al recordar que en los menús colabora una estrella Michelin.
Esta tarde del martes acaban de llegar, a las 16.45, en el Alvia procedente de Madrid. Cuentan - en concreto Mijailer- que no han hecho nada especial - "sólo lo que hacemos cada día"- de cara a la gran cita, pero no pueden ocultar su ilusión de formar parte del equipo elegido. Lo peor - lo comenta Olga y lo suscriben todos- es el madrugón. Se levantarán a las cuatro o antes para estar a la cinco en el andén de Sants. En su experiencia han tenido algún momento malo, han soportado algunas impertinencias, por decirlo en un lenguaje políticamente correcto, aunque han aprendido a asimilarlo: "No se trata de impertinentes, sino de viajeros con necesidades especiales", responde Olga, ante la jubilosa aprobación de sus compañeros. Tampoco les da miedo que haya habido socavones. "Si hay circulación - replica Sandra- hay seguridad para todos". Silva, el supervisor, añade que no hay socavón. "Es una obra de envergadura y, como en toda obra de esta dimensión, hay problemas. Pero al final se ha hecho bien".
Habla de orgullo y responsabilidad, pero esto no significa que Paco piense que puede haber alguna incidencia. Por si acaso, Olga apunta que "hemos tenido muchas averías", y lo dice en el sentido de que disponen de recursos para afrontarlas. "Estamos preparados para cualquier eventualidad", zanja Carlos.
Durán, el maquinista, ha pasado los dos últimos meses haciendo pruebas en el trayecto entre Camp de Tarragona y Barcelona. "La seguridad está a un nivel altísimo", precisa. "Si no supiera lo que ha pasado, nunca pensaría que ha habido problemas en Bellvitge". Y concluye: Espero llegar a Madrid a la hora". A las 8.43.