Els trens del silenci
Posted: Monday 28/07/2008 12:00
Temes relacionats: Cobertura 3G a Ferrocarrils, El metro s'obre al mòbil
De La Vanguardia en paper d'avui:
INICIATIVAS SINGULARES
Los trenes holandeses cuentan con vagones especiales donde se prohíbe el uso de móviles
Los trenes del silencio
BEATRIZ NAVARRO - Rotterdam-La Haya. Corresponsal
Las reglas son claras: guardar silencio, no usar el móvil y no permanecer de pie entre los sillones
Es posible que un viajero despistado o con prisas se suba a un tren en Holanda e ignore la S mayúscula que aparece grabada en las ventanillas de algunos vagones. O que las discretas indicaciones a la entrada de algunos compartimentos le pasen inadvertidas. Es posible, pero el viajero no tardará mucho en darse cuenta de que algo en ese vagón es diferente. La gente no habla y, si lo hace, sus conversaciones son prácticamente imperceptibles. Quien escucha música, lo hace para sí y no para el resto de los viajeros. Y en el caso de que el teléfono móvil no esté apagado, si vibra - horror, suena-, su dueño sale de inmediato al pasillo sin importunar a nadie con su cháchara.
Como ya habrá adivinado el pasajero despistado, la S de las ventanillas responde a stilte,la palabra neerlandesa para silencio, y la inglesa silence, que también aparece señalada para advertir a los turistas. Son los vagones del silencio, exitosa fórmula introducida en los ferrocarriles holandeses en el año 2003, inspirada por la experiencia en Dinamarca. Tres años después, la buena respuesta de los viajeros animó a la Nederlandse Spoorwegen a ampliar el número de plazas hasta alcanzar entre el 20% y el 30% de las plazas de los trenes rápidos, los intercity, dos tercios de la flota. Hay zonas de silencio en primera y en segunda clase. Pero quien de verdad quiere silencio, deberá pagarlo y comprar un billete en primera, donde las indicaciones son más claras y los viajeros más proclives a respetarlo.
Las reglas son claras: guardar silencio, no usar el teléfono y no estar de pie entre los asientos.
Viajeros como Jan que usa el tren con regularidad escogen siempre que pueden esta fórmula. "Es cierto que, como es primera clase, nunca hay demasiada gente. Pero en hora punta se nota la diferencia. Es agradable", susurra. El tiempo del trayecto, en este caso media hora desde su domicilio hasta La Haya, lo emplea en leer la prensa, documentos de trabajo o literatura - como hace el 75% de los usuarios de los trenes holandeses según una encuesta oficial-. O simplemente en relajarse y descansar mientras disfruta del paisaje. Últimamente, las recomendaciones de guardar silencio y no levantar la voz al hablar por teléfono se han extendido a algunos vagones de segunda clase, pero muchos viajeros se quejan de lo difícil que es hacer valer su derecho.
En el vagón de un tren que recorre el trayecto entre Rotterdam y Amsterdam, una viñeta refuerza el mensaje e ilustra con humor las normas que rigen la fugaz convivencia de los pasajeros. Una niña sentada frente a un adulto sujeta un cartel en el que le pregunta por escrito si puede abrir la ventana. Él responde con un nee (no), escrito también en un trozo de papel. La ilustración forma parte de una campaña oficial de fomento de la lectura que tiene por aliado al ferrocarril y, aunque es una exageración, es cierto que los holandeses se toman muy en serio el respeto al silencio en los llamados stiltecoupés. Quien no lo hace se expone a ser censurado por el resto de los viajeros.
"No lo uso siempre. En general, la gente respeta el silencio, pero otras veces no hacen mucho caso", comenta en voz baja un joven ejecutivo, levantando la vista hacia cuatro compañeros de viaje. Unos asientos más allá, un grupo de cuatro viajeros de negocios mantiene una discreta conversación que, no obstante, el silencio del lugar hace vagamente audible en todo el vagón. Las conversaciones están prohibidas pero el joven viajero renuncia a recordar al grupo en qué tipo de vagón se encuentra, aunque entiende que otra gente lo haga porque para eso ha escogido y pagado ese tipo de billete. "Si para ellos el silencio no es importante se pueden ir a los otros vagones de primera clase", dice, volviendo educadamente a su lectura.
Aunque abundan los adolescentes con la música o los videojuegos a todo volumen, los excursionistas en grupo durante las vacaciones y los teléfonos móviles con sus variopintos tonos suenan con frecuencia, los trenes holandeses distan mucho de parecerse a una guagua caribeña. "No es frecuente que iniciemos conversaciones con desconocidos. Tampoco tengo la impresión de que cuando viajamos acompañados hablemos demasiado alto", en contra de la fama que llevan los holandeses entre sus vecinos, explica Dirk, usuario esporádico. "El problema llegó con los teléfonos móviles. La gente grita mucho y no estamos acostumbrados a escuchar conversaciones ajenas". Lo llaman el belterreur (el terror telefónico) y se ha convertido en el principal fastidio de los viajeros holandeses, según una encuesta de la asociación de consumidores, lo que dice mucho de la puntualidad de sus trenes.
De La Vanguardia en paper d'avui:
INICIATIVAS SINGULARES
Los trenes holandeses cuentan con vagones especiales donde se prohíbe el uso de móviles
Los trenes del silencio
BEATRIZ NAVARRO - Rotterdam-La Haya. Corresponsal
Las reglas son claras: guardar silencio, no usar el móvil y no permanecer de pie entre los sillones
Es posible que un viajero despistado o con prisas se suba a un tren en Holanda e ignore la S mayúscula que aparece grabada en las ventanillas de algunos vagones. O que las discretas indicaciones a la entrada de algunos compartimentos le pasen inadvertidas. Es posible, pero el viajero no tardará mucho en darse cuenta de que algo en ese vagón es diferente. La gente no habla y, si lo hace, sus conversaciones son prácticamente imperceptibles. Quien escucha música, lo hace para sí y no para el resto de los viajeros. Y en el caso de que el teléfono móvil no esté apagado, si vibra - horror, suena-, su dueño sale de inmediato al pasillo sin importunar a nadie con su cháchara.
Como ya habrá adivinado el pasajero despistado, la S de las ventanillas responde a stilte,la palabra neerlandesa para silencio, y la inglesa silence, que también aparece señalada para advertir a los turistas. Son los vagones del silencio, exitosa fórmula introducida en los ferrocarriles holandeses en el año 2003, inspirada por la experiencia en Dinamarca. Tres años después, la buena respuesta de los viajeros animó a la Nederlandse Spoorwegen a ampliar el número de plazas hasta alcanzar entre el 20% y el 30% de las plazas de los trenes rápidos, los intercity, dos tercios de la flota. Hay zonas de silencio en primera y en segunda clase. Pero quien de verdad quiere silencio, deberá pagarlo y comprar un billete en primera, donde las indicaciones son más claras y los viajeros más proclives a respetarlo.
Las reglas son claras: guardar silencio, no usar el teléfono y no estar de pie entre los asientos.
Viajeros como Jan que usa el tren con regularidad escogen siempre que pueden esta fórmula. "Es cierto que, como es primera clase, nunca hay demasiada gente. Pero en hora punta se nota la diferencia. Es agradable", susurra. El tiempo del trayecto, en este caso media hora desde su domicilio hasta La Haya, lo emplea en leer la prensa, documentos de trabajo o literatura - como hace el 75% de los usuarios de los trenes holandeses según una encuesta oficial-. O simplemente en relajarse y descansar mientras disfruta del paisaje. Últimamente, las recomendaciones de guardar silencio y no levantar la voz al hablar por teléfono se han extendido a algunos vagones de segunda clase, pero muchos viajeros se quejan de lo difícil que es hacer valer su derecho.
En el vagón de un tren que recorre el trayecto entre Rotterdam y Amsterdam, una viñeta refuerza el mensaje e ilustra con humor las normas que rigen la fugaz convivencia de los pasajeros. Una niña sentada frente a un adulto sujeta un cartel en el que le pregunta por escrito si puede abrir la ventana. Él responde con un nee (no), escrito también en un trozo de papel. La ilustración forma parte de una campaña oficial de fomento de la lectura que tiene por aliado al ferrocarril y, aunque es una exageración, es cierto que los holandeses se toman muy en serio el respeto al silencio en los llamados stiltecoupés. Quien no lo hace se expone a ser censurado por el resto de los viajeros.
"No lo uso siempre. En general, la gente respeta el silencio, pero otras veces no hacen mucho caso", comenta en voz baja un joven ejecutivo, levantando la vista hacia cuatro compañeros de viaje. Unos asientos más allá, un grupo de cuatro viajeros de negocios mantiene una discreta conversación que, no obstante, el silencio del lugar hace vagamente audible en todo el vagón. Las conversaciones están prohibidas pero el joven viajero renuncia a recordar al grupo en qué tipo de vagón se encuentra, aunque entiende que otra gente lo haga porque para eso ha escogido y pagado ese tipo de billete. "Si para ellos el silencio no es importante se pueden ir a los otros vagones de primera clase", dice, volviendo educadamente a su lectura.
Aunque abundan los adolescentes con la música o los videojuegos a todo volumen, los excursionistas en grupo durante las vacaciones y los teléfonos móviles con sus variopintos tonos suenan con frecuencia, los trenes holandeses distan mucho de parecerse a una guagua caribeña. "No es frecuente que iniciemos conversaciones con desconocidos. Tampoco tengo la impresión de que cuando viajamos acompañados hablemos demasiado alto", en contra de la fama que llevan los holandeses entre sus vecinos, explica Dirk, usuario esporádico. "El problema llegó con los teléfonos móviles. La gente grita mucho y no estamos acostumbrados a escuchar conversaciones ajenas". Lo llaman el belterreur (el terror telefónico) y se ha convertido en el principal fastidio de los viajeros holandeses, según una encuesta de la asociación de consumidores, lo que dice mucho de la puntualidad de sus trenes.