El drama dels maquinistes que afronten atropellaments
Posted: Tuesday 30/09/2008 15:08
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El drama de los maquinistas que afrontan arrollamientos
El fenómeno, nada excepcional, afecta a una plantilla de 5.000 personas
ALBERT MARTÍN VIDAL - Barcelona - 29/09/2008 21:27
"De verdad que entendemos que para las familias es una tragedia, una desgracia, pero nosotros también lo vivimos como si fuéramos de la familia”. Son palabras de Manuel Rodríguez, maquinista de Renfe y representante de seguridad del sindicato Semaf, sobre una preocupación tan invisible como real de su colectivo: los arrollamientos.
El fenómeno, nada excepcional, afecta a una plantilla de 5.000 personas que comparten la triste obligación de tratar de evitar estos incidentes y la de ser los primeros en socorrer a los heridos. “A muchos nos ha pasado y los que han tenido la suerte de evitarlos conocen a compañeros que sí han tenido que afrontarlos”, explica otro maquinista. “Hay personas a las que les ha pasado hasta ocho veces”, añade.
Estos accidentes son difíciles de evitar por la imposibilidad de frenar en seco. La situación es casi siempre la misma: “Ves un vehículo o una persona en las inmediaciones de la vía, usas el silbato para avisar y efectúas una parada de emergencia. Pero los trenes necesitan muchos metros para frenar. Un tren de 1.000 toneladas a 100 kilómetros por hora necesita 900 metros para detenerse, aunque recurras a todos los frenos”, dice José Ramón García, maquinista y secretario de prevención de riesgos y salud laboral de Semaf.
Un protocolo definido
El protocolo de actuación es el mismo para suicidios y accidentes. En primer lugar, deben auxiliar en caso de que haya heridos y dar aviso a la Policía o la Guardia Civil. Aunque los maquinistas ya no están obligados a levantar el cadáver, el impacto sigue ahí: “A cada persona le afecta de modo distinto, pero lo habitual es que tras un suceso así, nos den dos o tres días de baja: tenemos que estar en perfectas condiciones para hacer nuestro trabajo”, explica Rodríguez.
Estos sucesos, que se dan cada semana, pueden provocar problemas psicológicos como estrés agudo o estrés postraumático. Y, a pesar de la relativa frecuencia con que se producen, los maquinistas no reciben una formación específica para asumir estos choques emocionales. “Aprendemos por experiencia, porque desgraciadamente casi todos pasamos por esto”, explica Rodríguez. “Aunque es muy difícil decirle a alguien que a lo largo de su vida va a tener que afrontar cuatro muertes, debería haber una manera de prepararlo para que resulte menos traumático”, agregan los representantes sindicales.
Los maquinistas señalan que gran parte de la plantilla, con una experiencia que ronda los 25 años, asume los accidentes sin más problemas. Pero en algunos casos hay que recurrir a asistencia psicológica. “Por más que sepas que no eres responsable, es una muerte que llevas a tus espaldas y se evocan situaciones desagradables. Unos necesitamos parar, otros quieren pasar cuanto antes por el mismo sitio para superarlo”, explica Rodríguez. “También es muy distinto el caso de alguien que se quita la vida al de un descuido, por ejemplo, de un niño; eso es terrible”, coincide García.
Los casos más extremos son los de maquinistas que tras sufrir un accidente no han podido reincorporarse a la profesión, aunque esta situación es excepcional. Para paliar las consecuencias son fundamentales los psicólogos. Los maquinistas dicen que el tratamiento que les ofrece Renfe es correcto, “pero no ágil”. “La compañía nos apoya, pero deberíamos tener gabinetes en las ciudades a los que pudiéramos recurrir sin hacer gestiones previas”, reclama García.
Otra reivindicación habitual del sector es el vallado de la red ferroviaria. “Se evitarían muchos arrollamientos si todos los tramos estuvieran vallados”, dicen en el sindicato. “En zonas rurales o con malos accesos, la gente cruza la vía, y con trenes que cada vez corren más y alcanzan los 160 ó 200 por hora, hay un riesgo”, añade García.
A estos puntos negros se añade un riesgo mayor: que en muchos casos, los maquinistas se ven obligados a declarar ante la Policía o la Justicia tras un arrollamiento. Y, entonces, reviven el trauma.
El drama de los maquinistas que afrontan arrollamientos
El fenómeno, nada excepcional, afecta a una plantilla de 5.000 personas
ALBERT MARTÍN VIDAL - Barcelona - 29/09/2008 21:27
"De verdad que entendemos que para las familias es una tragedia, una desgracia, pero nosotros también lo vivimos como si fuéramos de la familia”. Son palabras de Manuel Rodríguez, maquinista de Renfe y representante de seguridad del sindicato Semaf, sobre una preocupación tan invisible como real de su colectivo: los arrollamientos.
El fenómeno, nada excepcional, afecta a una plantilla de 5.000 personas que comparten la triste obligación de tratar de evitar estos incidentes y la de ser los primeros en socorrer a los heridos. “A muchos nos ha pasado y los que han tenido la suerte de evitarlos conocen a compañeros que sí han tenido que afrontarlos”, explica otro maquinista. “Hay personas a las que les ha pasado hasta ocho veces”, añade.
Estos accidentes son difíciles de evitar por la imposibilidad de frenar en seco. La situación es casi siempre la misma: “Ves un vehículo o una persona en las inmediaciones de la vía, usas el silbato para avisar y efectúas una parada de emergencia. Pero los trenes necesitan muchos metros para frenar. Un tren de 1.000 toneladas a 100 kilómetros por hora necesita 900 metros para detenerse, aunque recurras a todos los frenos”, dice José Ramón García, maquinista y secretario de prevención de riesgos y salud laboral de Semaf.
Un protocolo definido
El protocolo de actuación es el mismo para suicidios y accidentes. En primer lugar, deben auxiliar en caso de que haya heridos y dar aviso a la Policía o la Guardia Civil. Aunque los maquinistas ya no están obligados a levantar el cadáver, el impacto sigue ahí: “A cada persona le afecta de modo distinto, pero lo habitual es que tras un suceso así, nos den dos o tres días de baja: tenemos que estar en perfectas condiciones para hacer nuestro trabajo”, explica Rodríguez.
Estos sucesos, que se dan cada semana, pueden provocar problemas psicológicos como estrés agudo o estrés postraumático. Y, a pesar de la relativa frecuencia con que se producen, los maquinistas no reciben una formación específica para asumir estos choques emocionales. “Aprendemos por experiencia, porque desgraciadamente casi todos pasamos por esto”, explica Rodríguez. “Aunque es muy difícil decirle a alguien que a lo largo de su vida va a tener que afrontar cuatro muertes, debería haber una manera de prepararlo para que resulte menos traumático”, agregan los representantes sindicales.
Los maquinistas señalan que gran parte de la plantilla, con una experiencia que ronda los 25 años, asume los accidentes sin más problemas. Pero en algunos casos hay que recurrir a asistencia psicológica. “Por más que sepas que no eres responsable, es una muerte que llevas a tus espaldas y se evocan situaciones desagradables. Unos necesitamos parar, otros quieren pasar cuanto antes por el mismo sitio para superarlo”, explica Rodríguez. “También es muy distinto el caso de alguien que se quita la vida al de un descuido, por ejemplo, de un niño; eso es terrible”, coincide García.
Los casos más extremos son los de maquinistas que tras sufrir un accidente no han podido reincorporarse a la profesión, aunque esta situación es excepcional. Para paliar las consecuencias son fundamentales los psicólogos. Los maquinistas dicen que el tratamiento que les ofrece Renfe es correcto, “pero no ágil”. “La compañía nos apoya, pero deberíamos tener gabinetes en las ciudades a los que pudiéramos recurrir sin hacer gestiones previas”, reclama García.
Otra reivindicación habitual del sector es el vallado de la red ferroviaria. “Se evitarían muchos arrollamientos si todos los tramos estuvieran vallados”, dicen en el sindicato. “En zonas rurales o con malos accesos, la gente cruza la vía, y con trenes que cada vez corren más y alcanzan los 160 ó 200 por hora, hay un riesgo”, añade García.
A estos puntos negros se añade un riesgo mayor: que en muchos casos, los maquinistas se ven obligados a declarar ante la Policía o la Justicia tras un arrollamiento. Y, entonces, reviven el trauma.